Mi mamá, mis hijos, mis nietos y otros animales

Cualquiera que haya tenido el privilegio de leer Mi familia y otros animales (Alianza, 1975) no puede menos que envidiar a Gerald Durrell, su madre y sus hermanos, cuyas peripecias durante cinco años de ensueño en la isla de Corfú relata el libro. Gerry, futuro naturalista, dedica la obra a su madre, que, "como un Noé cariñoso, entusiasta y comprensivo, ha guiado hábilmente su navío lleno de extraña prole por los tempestuosos mares de la vida". La frase sigue vigente porque, a pesar de las múltiples transformaciones que dan lugar a una diversidad sorprendente, la familia, como el núcleo atómico, está unida por fuerzas difíciles de vencer.

Los hijos de Adán y Eva no tenían abuelos, pero, de acuerdo con los usos y costumbres de las distintas comunidades que pueblan el planeta, las familias de hoy vienen en todos los sabores: tradicionales (madre, padre, abuelos, tíos, sobrinos, hijos y nietos), monoparentales, de madres o padres del mismo género, bígamas y polígamas, con madres subrogantes, con un solo hijo o con más de una decena. Según cuentan, como en la India cada vez que una pareja se casa sus respectivas familias se fusionan, allí llegan a incluir hasta a 1400 personas, ¡un récord!

Sí, los lazos que nos unen son tan potentes que, más allá de las diferencias y de los problemas, de que los cultivemos con dedicación o intentemos olvidarlos, desafían el tiempo y el espacio.

Como bien advirtieron el recientemente desaparecido Ulrich Beck y su mujer, Elisabeth Beck-Gernsheim, en su libro Amor a distancia (Paidós, 2012), uno de los sellos que marcan las relaciones de esta era global es el de la familia "a distancia".

El caso de las parejas de científicos que para seguir con su carrera trabajan y viven en diferentes ciudades, y que toman un avión cada fin de semana para poder verse es un patrón tan difundido en Europa y los Estados Unidos que ya se lo conoce como the two body problem (el problema de los dos cuerpos). Pero también fuera del ámbito de la ciencia proliferan los matrimonios separados por varias horas de diferencia, las familias con hijos en otro continente, y los abuelos y tíos que sólo ejercen vía Skype.

Suelo bromear diciendo que mi propia familia es algo así como una pequeña muestra de las Naciones Unidas. Tenemos integrantes venidos de los cuatro puntos cardinales: hay nacidos en Alemania, la Argentina, Chile, Italia, Estados Unidos, la India y España. Cuando una parte disfruta de los tórridos días de verano en Buenos Aires...

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