Maldonado, la grieta y el partido que espera el Gobierno

El nuevo relato cristinista en la oposición se sustenta en una interpretación mesiánica: la única alternativa al modelo que gobernó el país entre 2003 y 2015 es una dictadura de cuño neoliberal. En la construcción del imaginario kirchnerista, el modelo que aspira a imponer Mauricio Macri sólo cierra con represión. ¿De quiénes? De personas a quienes un supuesto Estado represor debe enviarles un mensaje mafioso, entre las que se encontraba Santiago Maldonado, homologable en la épica narrativa kirchnerista a una suerte de moderno Che Guevara del siglo XXI, abrazado a la causa de los humildes y de los llamados pueblos originarios.

La capacidad del kirchnerismo para reciclar su relato e instalar en la agenda política la posibilidad de una responsabilidad directa del actual gobierno nacional en la desaparición de Maldonado es sorprendente. Pero habría que preguntarse también qué errores políticos y de comunicación cometió el Gobierno para permitir eso.

Con la confirmación de que la sangre recogida de la camisa del puestero atacado en una estancia de Benetton no correspondía a Maldonado, murió la gran hipótesis que planteaba la Casa Rosada. Este dato pareció poner contra las cuerdas a la Gendarmería Nacional, y aumentó los cuestionamientos a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien en un principio transmitió la percepción de que podía poner las manos en el fuego por esa fuerza de seguridad.

No hay por el momento prueba alguna capaz de incriminar a algún integrante de la Gendarmería. Se entiende el celo de la ministra Bullrich para defender a los gendarmes. Esta fuerza ha sido artífice de...

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