Malditos parlantes

Una de las maneras más simples y eficaces para distenderse y dejar atrás la fatiga que deparan las labores cotidianas y las ciudades complejas en esta época del año es viajar hasta una playa, tenderse sobre ella o caminar por la orilla, y abandonarse a los sonidos naturales de algún curso natural de agua y de las aves que lo sobrevuelan.Al borde de un arroyo es sumamente sedante dejarse arrullar por el chasquido de su delicado ir y venir. Algo parecido a lo que sucede en los ríos o junto a alguna cascada, tal vez con alguna mínima vehemencia suplementaria.Pero nada comparado con el concierto de intensidades que nos regala el mar; las olas que rompen impetuosas y el sonido tan particular y sutil de...

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