De mal en peor

La velocidad de los acontecimientos ocurridos desde las últimas elecciones presidenciales y legislativas de octubre último ha sido suficiente para la verificación del nuevo rumbo por el que transita la Argentina. Y, ciertamente, no es hacia una sociedad más republicana, abierta, pluralista y eficiente.Por el contrario, el país avanza hacia un régimen más autoritario, con un poder más concentrado que el de los últimos ocho años, con perseverantes maniobras oficialistas para lograr el control absoluto del Poder Judicial, mientras crece la interferencia estatal en la actividad económica y se cercenan, entre otras libertades, la libertad de prensa.Es parte sustancial de ese cuadro una corrupción sistematizada como forma de hacer política y de llenarse con desparpajo los bolsillos. Ella se ha abierto paso en ausencia de instituciones vigorosas y competentes, y de jueces verdaderamente dispuestos a frenarla o combatirla, con pocas excepciones.En tal escenario, la sociedad ha actuado como un protagonista paralizado por acostumbramiento, por fatiga o por el cinismo de aplicarse a los beneficios circunstanciales de un consumismo alocado que no ha estado al alcance de los núcleos más paupérrimos de la población. Y ha desatendido así, ceñida a lo inmediato, los síntomas evidentes de que la fiesta entra en su última etapa; la realidad golpeará a todos por igual y más fuerte lo hará cuanto más tarde se produzca la reacción.El agravamiento manifiesto de la situación se ha producido desde octubre, cuando el kirchnerismo obtuvo no sólo el 54 por ciento de los votos, sino además el control del Congreso de la Nación. Semejante concentración de poder se ha usado para completar la casi total eliminación de los escasos jueces independientes que aún permanecían en la Cámara de Casación Penal y reemplazarlos con jueces de notoria cercanía con el Poder Ejecutivo. También se ha acentuado la influencia sobre el Consejo de la Magistratura. De esa manera, el Gobierno se ha asegurado, por un lado, impunidad en materia de corrupción y, por el otro, valerse de un arma feroz para la persecución de los adversarios o de los ex aliados caídos en desgracia. A veces la incoherencia ocasiona más estragos que la perversión.La interferencia abusiva en la economía es otro síntoma de lo que sucede. Con la excusa de la corrida cambiaria de noviembre, se han acentuado los controles cambiarios. El secretario de Comercio ha pasado a controlar las importaciones de una manera nunca antes vista, con...

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