Madrid lo llora...

MADRID.- Pocas veces el fútbol se pareció tanto a una religión. Sobre la vereda de la calle Padre Damián, pegados a los muros del Santiago Bernabéu, desfilaban ayer desde bien temprano colas incesantes de creyentes.A casi ninguna de las miles y miles de personas que esperaban su turno para entrar en el estadio del Real Madrid les hizo falta haber visto jugar a Alfredo Di Stéfano para afirmar que, el hombre al que estaban velando ahí dentro, fue el jugador más grande de la historia del club.Las lágrimas de respeto no eran patrimonio de los mayores de 60, esos socios con carnet de tres cifras que caminaban bajo un sol de verano hacia la capilla ardiente, recordando gestas mitológicas que la televisión no alcanzó a testimoniar."Yo vi el gol de espuela en Valladolid. Me voy a morir recordándolo", contaba Ricardo Herrera, un electricista jubilado que transmitía su credo a dos adolescentes con camiseta de Cristiano Ronaldo. El viejo Di Stéfano solía bromear que si todos los que alguna vez le comentaron haber presenciado esa acrobacia dijeran la verdad, tendrían que haber entrado en el estadio un millón de espectadores.Cuestión de fe. "Don Alfredo ha estado presente en mi vida desde siempre, en las sobremesas con mi padre, en los relatos de los mayores que oía en el Bernabéu. Nunca lo he visto en el campo, pero sé que no habrá otro igual", juraba Alberto Ayllón, de 35 años, que se escapó un rato de la oficina, compró un clavel blanco y se sumó a los fieles que se amontonaban a las puertas del estadio Bernabéu.Di Stéfano murió anteayer, a los 88 años, dos días después de haber sufrido un infarto muy cerquita de allí. España estalló en una ola de gratitud y nostalgia para homenajear a la máxima leyenda del Real Madrid, acaso el argentino más querido en estas tierras que lo acogieron desde 1953.El barrio de Chamartín palpitaba con el recuerdo de su vecino legendario. Se sucedían escenas extraordinarias incluso antes de vislumbrar la mole del estadio. Uno podía ver, por ejemplo, cómo una señora mayor se santiguaba en el Metro cuando dentro del vagón una grabación anunció la estación Santiago Bernabéu.Ya en la superficie resaltaban las banderas del Madrid colgando de los balcones en señal de luto. La vereda de la cancha estaba cruzada por vallas para ordenar a los que llegaban para entrar en el Palco de Honor a llorar a Di Stéfano."Por lo que me ha contado mi abuelo, él tenía que ser como Cristiano. O como Cristiano y Bale juntos", lo retrataba en su imaginación...

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