Madre orangutana, la fe y los vértigos, una bicicleta entre columnas

Rostock, junio de 2022

Managua, junio 2022.

RELIQUIAS.

Una mujer reza en la catedral de León, y por una vez Nicaragua no es noticia por el deterioro de los derechos humanos, la violencia estatal (en 2019 la misma catedral de León fue escenario de una feroz represión) o el encarcelamiento de opositores (incluidas míticas figuras del sandinismo, como Dora María Téllez). La mujer que aquí vemos -refugiada en la semipenumbra- quizás no sepa que a comienzos de este mes varias piezas de arte sacro del orfebre Luigi Valadier fueron encontradas en esa misma catedral. Durante años, esos candelabros, custodias, cáliz y copón se creían perdidos en algún rincón de México. Pero estaban en León, donde se utilizaron -joyas insospechadas- en numerosas ceremonias litúrgicas. Quizás la mujer de la foto no lo sepa; o quizás sí, y ore para que otro tipo de reliquia -una vida tranquila, a salvo de las ínfulas totalitarias- también emerja cuanto antes. (Texto de Diana Fernández Irusta)

Caracas, junio 2022.

SIN VISOS DE FUTURO.

Pequeñito a la distancia, parado junto a la precaria reja de un balcón, el hombre se toma la cabeza. Puede ser un gesto natural con el cual simplemente se esté acomodando el pelo. También es posible que se esté agarrando la cabeza con actitud de preocupación ante lo que ve, que no sabemos qué es. Sabemos que él no ve lo que nosotros sí: su soledad en medio de esa enorme estructura de un edificio en construcción. En algún momento del futuro llegará a ser un complejo de oficinas en La Castellana, exclusivo centro financiero, turístico y cultural de Caracas, si es que llega a serlo. Pero por ahora luce como un esqueleto derruido, bastante venido a menos, con esos cuadrados calcados que parecen celdas sin barrotes. Y en una de ellas, nuestro hombre, que solo allí arriba proyecta abandono y la desasosegante sensación de estar atrapado en esa suerte de cárcel desoladora que no tiene visos de dejar de serlo.

(Texto de María José Rodríguez Murguiondo)

Budapest, junio 2022.

DAR EL SALTO.

Hay una escena emblemática en la secuela de La historia sin fin, esa película que marcó la infancia de generaciones enteras, en la que Bastian, el protagonista, tiene pánico a tirarse a la pileta desde el trampolín. En su fantasía, lo rodean cataratas ensordecedoras. El miedo lo paraliza. A medida que avanza la trama, claro, encontrará el valor necesario para "dar el salto": esa metáfora tantas veces utilizada para aludir a los grandes logros que, en el caso del...

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