Una madeja que va de teatro en teatro, de barrio en barrio

En la calle Guardia Vieja, hay un hilo de lana que se pierde por entre las baldosas y el adoquinado de las calles. Un metro, dos metros, muchos metros de hilo casi imperceptibles. Une a las salas Elefante, Bravard, Café Müller, Vera Vera y Machado. Que es como decir que une a Parque Centenario con Villa Crespo y Almagro. O que, para ubicarnos un pocos más, es como decir que vincula a cinco de las 22 salas que forman parte del Festival Escena, que culmina el domingo.El hilo (un mágico dato de intervención urbana) es una de las tantas acciones que forman parte de un poético domingo de superacción. Según los organizadores del encuentro, es una de las tantas acciones de Mapa Escena, el gesto más propio, creativo y marca de identidad que tiene este festival.El hilo, volvamos a él, se desprende de una gran madeja que cuelga del balcón de Elefante Club de Teatro. Forma parte de Memorabilia, souvenirs del futuro, trabajo a cargo de las salas Granate y El Brío, junto al artista Pablo Ramírez y el grupo La Inconformidad . Dentro, en la cocina/hall de la sala,sobre un mantel de hule, la artista visual Fabiana Barreda plantó una imagen supersintética de su serie Cuerpo s onoro. Tanto la imagen como el entorno son sumamente sugestivos. En la vidriera, se instaló una especie de vitral con frases que hablan del futuro. Esa imagen replica en afiches pegados en las fachadas de casas ubicadas cerca de algunas de las salas. ¿Arte efímero? Tal vez, como el hilo mismo.Dentro de la salita de Elefante están sentados, en fila, once artistas. La hilera está ubicada enfrente a otros once espectadores. El trabajo aborda el futuro desde la óptica de los avances tecnológicos (celulares a la cabeza). Tiene momentos inspiradísimos. En el teatrito no está ni Santiago Loza ni Lisandro Rodríguez, dos de sus dueños. Lisandro -junto con Mariana Tirantte, Nora Lezano y Ernesto Rowe- están en Bravard. Allí, a las 15, largan la primera función de El futuro es la vejez , una obra de apuntes y vivencias prestadas/robadas/imaginada a cargo de actores de 18 a 22 años para los cuales la vejez debe ser una rama de la ciencia ficción. "La historia de los demás ahora es mía", dicen. Y se las creen. Y el trabajo toma cuerpo y se expande, y debería ir por más que estas funciones.En el Teatro Defensores de Bravard, donde actúan estos pibes, no están, por ejemplo, ni Santiago Gobernori ni Matías Feldman, los actores y gestores del lugar. Deben de andar en Machado Teatro, que queda a pocas cuadras...

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