El macrismo se pregunta qué hacer con Gils Carbó y con Carrió

Algunos dirigentes macristas, más que como una aliada, ven a Elisa Carrió como un doberman capaz de morder hasta a su propio dueño. Otros analistas, que la valoran como referente moral, la equiparan con un tábano sabio, apto para clavar su aguijón con el fin de mantener en alerta a la ciudadanía y, especialmente, a sus gobernantes, a quienes nunca estará dispuesta a rendirles pleitesía.

Semanas atrás, la diputada Carrió volvió a poner en aprietos a la dirigencia de la coalición Cambiemos, cuando objetó con dureza el proyecto de ley oficialista, que contaba con el aval del massismo y de parte del peronismo, para reformar la ley de Ministerio Público y fijarle límites a la procuradora Alejandra Gils Carbó, con el aparente propósito de forzar su renuncia. Carrió anticipó que no estaría dispuesta a votar una ley "con nombre y apellido" y sugirió que el único camino idóneo para gestar la salida de la jefa de los fiscales asociada al kirchnerismo era el juicio político. De inmediato, el tratamiento del proyecto oficial en la Cámara de Diputados fue postergado.

Pero lo cierto es que para llevar a un juicio político a la procuradora se requerirían dos tercios de los diputados presentes para acusarla ante el Senado y una proporción similar en esta última cámara para destituirla. Es un número que, según los cálculos del oficialismo, no se conseguiría ni siquiera tras las próximas elecciones legislativas, aun cuando el macrismo obtenga un triunfo importante.

Tanto Elisa Carrió como la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia advirtieron que la iniciativa legal podía atentar contra la independencia del Ministerio...

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