Macri, del tierno piquito al célebre bluff

En una semana trágica para el corazón, por las rupturas de Suar-Siciliani y de Pitt-Jolie, el piquito de Juliana a Macri antes del discurso en las Naciones Unidas fue como un bálsamo, una reivindicación del amor. Además, ese gesto de fresca ternura hizo de portal para un mensaje del Presidente pletórico de buena onda. El "sí, se puede" esta vez dirigido a una platea de líderes internacionales que esperaban con ansiedad las palabras del sucesor de la señora que se había hecho dueña de la verdad y las palabras. El mensaje fue muy aplaudido y elogiado. Tanto optimismo embargaba a Mauricio por esas horas que después de hablar dos minutos de parado con la premier británica dio a entender que prácticamente están por devolvernos las Malvinas, y pidiéndonos perdón de rodillas. Por su excesivo entusiasmo se tuvo que fumar que primero lo desmintiera su propia canciller, Malcorra, y después, el gobierno británico. Y finalmente no le quedó más remedio: se vio obligado a desmentirse a sí mismo. Juliana, please, aflojá con los piquitos: necesitamos a tu marido con los pies en la tierra.

Fue un bluff serio que, para peor, empañó lo que hasta ahí había sido un buen paso por la ONU. Marcos Peña, jefe de Gabinete y, más que eso, CCO (Chief Communication Officer, que cuadra más para un gobierno de extracción corporativa), reunió a su equipo de jóvenes talentos y se quedaron toda una noche en vela analizando dónde había estado la falla. Partieron de una hipótesis de trabajo básica en cualquier gobierno de cualquier país del mundo: cuando falla el Presidente enseguida hay que buscar un culpable, porque los presidentes no se equivocan. La segunda hipótesis, tan básica como ésa, es que obviamente los culpables tampoco podían ser ellos. ¿Malcorra? Bueno, alguna responsabilidad le adjudicaron. El problema es esta historia de que quiere ser secretaria general de la ONU (total, soñar no cuesta nada: Moyano quiere ser presidente; Scioli todavía piensa que puede serlo; Gioja daría todo lo que tiene, que no es poco, para que creamos que él es la renovación del PJ; a Máximo Kirchner le gustaría poder decir un discurso; a Cristina, tener una amiga; a los Macri, no aparecer en los Panamá Papers, ni en los BahamasLeaks, ni en ninguna buchona lista de paraísos fiscales, y a Lilita Carrió, que a Margarita Stolbizer no la inviten a ningún programa de TV; a mí, y perdón por este brote autorreferencial, me encantaría tener la misma candidatura que Malcorra: te pasás meses...

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