Macri renegocia el contrato de Cambiemos

Mauricio Macri relanzará mañana, a las 18.30, en un local de Defensa 273, la coalición que lo llevó al triunfo: Cambiemos. Será la temprana expresión de un dato que ocultan las encuestas. El común de la gente está inquieto por la inseguridad y las perspectivas económicas. Pero la clase política ya tiene puesta la cabeza en la próxima disputa electoral. Se observa, además, una rareza. Esta vez los mercados coinciden con los políticos. La prioridad está en las urnas. Para verificar la consistencia de un oficialismo que llegó al poder impulsado por muchos factores aleatorios, hay que esperar el recuento de los votos. Jaime Durán Barba se lo explica a Macri en estos términos: "Hasta ahora ganaste el gobierno. Todavía te falta ganar el poder".

La presentación de la conducción nacional de Cambiemos no obedece sólo a esa prematura urgencia electoral. Macri y su equipo juegan partidas simultáneas en varios frentes que los obligan a alinear el frente interno. La creencia, también inculcada por el pedagogo ecuatoriano, de que la vida pública se ordena por una relación entre el líder y la ciudadanía para la cual alcanza con la mediación de las redes sociales ha demostrado en nueve meses sus limitaciones.

El "círculo rojo" de Macri, que es el primo hermano de las "corporaciones" de Cristina Kirchner, condiciona a la administración todos los días. Un ejemplo: el jueves pasado el Gobierno terminó aceptando la necesidad de ese pacto social que Alfonso Prat-Gay había recomendado a comienzos a año. Macri debe definir una estrategia frente a los jueces, los gobernadores, los sindicatos, los bloques de la oposición, la Iglesia y los movimientos sociales. Y esa necesidad genera tensiones en la estructura que él encabeza.

Apenas llegaron a la Casa Rosada, Macri, Durán y Marcos Peña, que son el núcleo íntimo del oficialismo, se replegaron sobre su genética: ser lo nuevo contra lo viejo. Quien mejor frasea ese concepto, Peña, a menudo sustituye la expresión "el Gobierno" por "el cambio". El cambio es el sujeto de la gestión. Y lo que debe ser cambiado no es el kirchnerismo. Es la política tal como se la practicó hasta ahora. Nada que sorprenda. Pro nació en el clima antipolítico del gran malestar del año 2001.

La oposición viejo/nuevo fue aprovechada por los gobernadores peronistas, urgidos a cambiar de piel frente al inconveniente espectáculo de una corrupción que habría sido sólo kirchnerista. Lázaro Báez y José López han sido los involuntarios impulsores de la...

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