Macri, entre el Estado fundido y el Estado mafioso

Hay quien dice que no se puede librar dos guerras a un mismo tiempo. El Gobierno se ha propuesto sanear el Estado fundido mientras comienza a desarticular el Estado mafioso. Y en esos dos tableros ha sufrido, durante la última semana, escaramuzas y reveses. El kirchnerismo se abroqueló dentro de la Legislatura bonaerense y dejó sin presupuesto a María Eugenia Vidal, que sólo lleva veinte días de gestión y que pretende arreglar el tremendo desaguisado administrativo armado por el mismo partido que ahora le cierra el paso: el culpable de la enfermedad sabotea al médico que viene a curarla, y después se muestra feliz y altanero por televisión. O escandalizado en su republicanismo exprés cuando, a consecuencia del boicot legislativo, Cambiemos se ve forzado al decreto. Mauricio Macri es, para esa patrulla perdida, el apocalíptico dictador que viene a aplicar ajustes innecesarios. Ya se sabe que los muchachos no creen en la sustentabilidad económica. Y que siempre mirarán para otro lado ante la angustia de la pobre Alicia Kirchner, que acaba de describir un panorama similar al de Vidal pero en Santa Cruz, y que planea un relevamiento de empleados públicos y un recorte fiscal basado en un concepto que el cristinismo no reconoce: "Los ingresos se ven ampliamente superados por los egresos -dijo la tía de Máximo-. Así las cosas no funcionan". Fíjense qué lección contable y qué verdad más simple, compañeros. Y qué peligro. Tal vez, la propia Cristina debería ordenarle a Kicillof que se instale en Río Gallegos y que pruebe con sus pases mágicos. En una de esas inventa la pólvora y resulta que no es necesario ningún recorte de gastos y entonces las plazas santacruceñas, hoy ocupadas por estatales indignados, de pronto se llenarán de militantes primaverales de clase media que entonarán salmos setentistas y escucharán arrobados los sermones del pastor de las patillas pitucas.

El posible incendio de esa retaguardia, las secuelas tempranas de la falta de caja, el inquietante valor simbólico de la condena a dos ex secretarios de Transporte y el avance de otras causas judiciales muy sensibles tienen insomnes a los jerarcas. Que intentan hacerse fuertes no sólo para la táctica de destrucción masiva y el soñado regreso, sino para tener algo importante que negociar. Las cosas les serían más fáciles a los macristas si firmaran un doble pacto de gobernabilidad para que los expedientes no avancen sobre el kirchnerismo y para garantizarles a las organizaciones...

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