Macri y la ex presidenta, cara a cara

Por fin se enfrentarán cara a cara. Los dos políticos más influyentes de la Argentina de los últimos años, Mauricio Macri y Cristina Kirchner, combatieron siempre a la distancia. Macri no estará en la boleta de Cambiemos de la provincia de Buenos Aires, pero su principal candidato, Esteban Bullrich, depende del Presidente para esperar una victoria.

Macri se comprometió a hacer personalmente la campaña bonaerense, que será sobre todo contra Cristina. Y Cristina no se detiene en Bullrich; su enemigo es y será Macri.

Jugarán a suerte y verdad su destino.

Macri necesita derrotar a Cristina para sentirse cabalmente presidente y para atraer a los inversores desconfiados de un regreso populista de la mano de la ex presidenta. Cristina precisa arruinar la presidencia de Macri para tener un futuro político (y, tal vez, la libertad ambulatoria) y para erigirse en la líder de una contracorriente latinoamericana capaz de dar vuelta la marea neoliberal. Una simple elección legislativa de mitad de mandato alcanzó, así, una categoría épica innecesaria.

Veremos en los próximos meses los contrastes más notables de la política. Cristina es fosforescente, buena oradora, capaz de ir con facilidad de la ironía al llanto. Una consumada actriz dramática que cultiva con frecuencia la falsedad o la ficción. Macri es un líder plano, que sólo ofrece una gestión más eficiente y honesta de los asuntos públicos, incapaz de despertar exaltaciones populares o fanatismos políticos. No tiene el don del orador, pero sabe que un discurso pacifista es la mejor receta del momento. Es el primer presidente en 70 años que no es peronista, ni radical ni militar. Una abogada setentista, en fin, frente a un ingeniero que descubrió la política en los comienzos de este siglo. Lo único que tienen en común es una monumental seguridad en sí mismos, en su porvenir y en sus ideas.

A ninguno de los dos se les puede negar una considerable dosis de audacia. Macri prefirió que Elisa Carrió compitiera en la Capital. Cualquier otro político medroso hubiera dejado a la carismática Carrió, que cuenta con buenas encuestas bonaerenses, que se hiciera cargo de la victoria o la derrota frente a Cristina. Macri eligió el camino inverso: colocó a Carrió en la Capital, para que se encargara del fastidioso Lousteau, y puso su propio cuerpo en el combate bonaerense contra Cristina. El triunfo o la derrota de Bullrich será el triunfo o la derrota de Macri. "Sólo se gana después de arriesgar", suele decir el...

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