Macri y Cristina, ante la última batalla

En la agonía del viejo año, cuando terminaba un diciembre tan temido como tranquilo, el Gobierno sorprendió con varios anuncios de , que se aplicarán escalonadamente durante 2019. Luz, gas y transporte, sobre todo. Aumentos que, por otro lado, son superiores a la pauta de aumento salarial del 23 por ciento para el año próximo, anunciada por el ministro de Trabajo, . Era la última ráfaga de la que azotó el país entre abril y septiembre, con sucesivas devaluaciones del peso y la consecuente escalada de la inflación. Una mezcla de malas noticias económicas internacionales y de calamidades climáticas locales rompieron el hechizo de una economía que crecía en el primer trimestre de este año a un ritmo cercano al 4 por ciento. La historia ya es historia, pero lo cierto es que aquella racha dañina tiene todavía sus consecuencias. Justo cuando está a punto de comenzar el año electoral.La devaluación y la dejaron los subsidios para el consumo de servicios públicos (la pésima práctica que instauró ) en cifras parecidas a las que recibió Macri. La energía sigue costando en la Argentina un 30 por ciento menos que en los otros países de la región latinoamericana. Después de los aumentos anunciados, el precio del transporte (que también necesita energía) cubrirá solo el 60 por ciento de su costo. A su vez, el precio de los servicios públicos consume una parte del salario, no todo el salario. No por las tarifas, pero en ese contexto renunció el secretario de Energía, , porque nunca se acostumbró a la cohabitación con el ministro de Hacienda, , de quien dependía después de haber sido ministro. Iguacel hizo un buen trabajo, primero en Vialidad y después en Energía. Queda una pregunta por hacer. Si los aumentos eran impostergables en una economía racional, ¿por qué los anuncios debían hacerse días antes del Año Nuevo? La teoría que primó en el Gobierno es que era mejor lanzar todas las malas noticias en un año malo que se va. No manchar de novedades aciagas el inminente año nuevo. Es una teoría y, como cualquier teoría, tiene otra teoría que la contradice. Prevaleció la conjetura de los que mandan, que es lo que siempre sucede en la administración de un gobierno. Párrafo aparte merece el análisis de la política que propone la felicidad colectiva (un mundo sin tarifas, sin obligaciones, sin costos, sin policía y sin delincuentes) como un programa de gobierno. La felicidad también tiene un precio.logró recuperar puntos importantes de imagen positiva con solo...

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