Aprendió más a ganar que a jugar bien

SAN PABLO.- ¿A alguien le sorprendería que la Argentina llegue a la final sin jugar bien, al menos como lo pretende Sabella, que va por las conferencias de prensa repitiendo como un mantra lo de un "equipo corto, equilibrado"? Con esas palabras, el técnico no está describiendo al seleccionado, sino que hace público su deseo y pretensión de cómo le gustaría que jugase. Y ya estamos casi en la mitad de la competencia para enunciados que suenan a una letanía.A estas alturas ya no debería llamar mucho la atención que esa supuesta disociación entre rendimientos y resultados no obstaculice el avance de la Argentina en el Mundial. Es cierto, hasta aquí no enfrentó a rivales de renombre, y es posible que este cuadro favorable se mantenga hasta las semifinales, cuando debería aparecer Holanda, pero también es real que, con independencia de que Bosnia e Irán sugieran poco a la opinión pública, esos planteos cerrojos le niegan lo que mejor sabe hacer: salir rápido desde atrás y correr, en vez de tener que amasar un juego que mayormente se le pasa o apelmaza.El técnico se siente más en deuda que los futbolistas, quienes, en definitiva, tras las críticas de turno, quedan exonerados y se ganan otra oportunidad porque cumplen con el objetivo primordial de...

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