Lula lega un Mercosur sin crisis terminal, pero un poco aislado

Luiz Inacio Lula da Silva dejará la presidencia brasileña a principios de 2011, el mismo año en que el Mercosur festejará su vigésimo aniversario. Lula podrá decir que en sus ocho años de gobierno el bloque dejó de vivir en estado terminal, se consolidó como el proyecto de integración en el que no muchos soñaban cuando hace 30 años la Argentina y Brasil eran casi enemigos, pero también se retrocedió en el libre comercio dentro de la región y se avanzó poco en la apertura hacia el resto del mundo, en comparación con otros países sudamericanos.Desde la devaluación del real de 1999 y hasta la del peso en 2002, el Mercosur vivía en agonía por las diferencias cambiarias que desviaban el comercio y la inversión hacia Brasil. Con la depresión argentina de 2002, antes de que asumiera Lula en el Planalto, el comercio bilateral cayó a menos de US$ 8000 millones. En 2010, el intercambio alcanzará los 35.000 millones, después de la caída que sufrió el año pasado por el impacto regional de la crisis internacional, según el subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Eduardo Sigal. Precisamente, el gobierno de Cristina Kirchner reaccionó al colapso global multiplicando las barreras proteccionistas -las licencias no automáticas- contra centenares de productos de todas partes, lo que provocó protestas del gobierno brasileño. Incluso este año los roces continuaron, por ejemplo, por la orden de palabra del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, de frenar la importación de alimentos. Una comisión bilateral ha ido resolviendo los conflictos y de hecho el comercio sigue creciendo, sobre todo desde el lado brasileño. En los primeros diez meses de 2010 el déficit con Brasil rondó los US$ 2900 millones.Aquella comisión se creó en 2004, cuando el comercio comenzó a recuperarse y el entonces presidente Néstor Kirchner empezaba a aplicar barreras unilaterales contra las importaciones de Brasil, desde textiles y calzados hasta lavarropas y heladeras, con el argumento de que Brasil debía permitir que la Argentina se reindustrializase. Pese a las críticas de los empresarios de su país, Lula protestó, pero aceptó las medidas argentinas o buscó acuerdos que limitasen sus exportaciones, con tal de asumir el costo del papel de liderazgo que Brasil busca desempeñar no sólo en el Mercosur, sino también en América del Sur -de hecho, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) fue un invento de integración política de Lula- y en el mundo entero. Así como Alemania...

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