Lula, corrupción y populismo

La justicia brasileña acaba de condenar, en primera instancia, al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva a casi diez años de prisión por corrupción y lavado de dinero. Lula gobernó Brasil entre 2003 y 2010.

La condena impuesta refiere a un pago ilegal, de algo más un millón de dólares, recibido por el ex presidente de parte de una empresa constructora. Pese a ello, Lula, de 71 años, aspira a regresar a la cima del poder en su país. La empresa en cuestión obtuvo, en aparente contrapartida, contratos con Petrobras.

La sentencia será seguramente apelada, pero su impacto sobre el futuro político de Lula puede ser devastador. Hasta ahora, la densa sombra de la corrupción no había provocado en él un efecto adverso.

Las graves sospechas de corrupción incluyen a la también ex presidente Dilma Rousseff y al propio Partido de los Trabajadores (PT), al que los dos ex mandatarios pertenecen. La cultura de la corrupción desgraciadamente se ha afincado en todos los rincones y estamentos de la política brasileña, a la que ha corroído profundamente.

Si la condena impuesta al ex presidente por el juez federal Sergio Moro quedara firme a pesar de la apelación, Lula estaría descalificado para ejercer cargos públicos por el doble del plazo de la pena. La valiente y expeditiva actuación del citado magistrado debería servir de ejemplo y aliciente para muchos de los jueces argentinos a cargo de investigaciones en materia de corrupción.

Esto ocurre mientras escándalos de esa índole se acumulan en la figura de Cristina Fernández de Kirchner, la ex presidenta de nuestro país, ideológicamente muy cercana a Lula.

Cristina Kirchner y buena parte del...

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