Un lujo que el Estado no debería permitirse

Pocas cosas me entretienen más que la F1. Y si hay una vida más en este mundo, seré piloto de la máxima categoría. Es incomparable, para mí, la emoción de ver a los que se animan a seguir a fondo en la terrorífica curva de Eau Rouge en Spa, a los que hacen perfecta la frenética parabólica de Monza para volar en la recta principal y después hacer una de las frenadas más largas y difíciles de toda la temporada para entrar en la lentísima chicana. Y ver una carrera, para mí, es hacerlo con el cronometraje oficial a la vista y grabarla para repasar los momentos más interesantes.Y, sin embargo, creo que la idea de organizar un Gran Premio en la Argentina con fondos públicos es desacertada. No parece que haya un beneficio social interesante. ¿No es discutible que el mismo país que dice que no tiene dinero para pagar los fallos judiciales en favor de los jubilados gaste una fortuna en un entretenimiento? Es tan razonable como el Fútbol para Todos y el TC para Todos. Gastos demagógicos que subsidian a gente...

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