Luis Scola: de la alegría de la bandera a la lucha por no perder la pelota

Nunca le pasó a Luis Scola ser abanderado olímpico. Jamás le ocurrió, tampoco, en sus dos décadas de básquetbol de alto nivel, perderse cinco partidos seguidos estando sano. Es una actualidad paradójica la del capitán del seleccionado, que en el Maracaná mostrará el camino al resto de la delegación argentina en la ceremonia inaugural y que, mientras su equipo de la NBA se desenvuelve en los playoffs, mira todo desde el banco de suplentes.

A los 36 años, Luifa vive una experiencia rara. Como comentó a algunos medios, cree que lo eligieron abanderado más por su pasado que por su presente. Si es por lo deportivo, seguro; si es por la representación de argentinidad y valores deportivos, no, porque ese icono que encarna perdurará hasta su retiro. Para el cual, por cierto, faltan años: quiere dilatar todo lo posible su carrera.

Por lo pronto, hoy no puede pensar mucho más allá que estos playoffs. Toronto está 1-1 con Miami en su semifinal del Este, y él, que pasó de titular con unos 14 minutos por noche a ni un segundo de acción, admitió en charlas periodísticas que está triste por su situación personal, pero a la vez contento por la colectiva y esperanzado en recobrar protagonismo. La situación, por ahora, no lo favorece. Scola encadenó malos desempeños (muchas pérdidas y faltas, baja eficacia en lanzamientos) con escaso protagonismo (pocos tiros al aro), y además el entrenador, Dwane Casey, optó por una formación de cuatro perimetrales (bajos) y un interno (alto) para resolver la difícil serie contra Indiana (4-3) y afrontar ésta, la de Miami.

Imposible saber si el capitán volverá a tener participación en esta temporada. Y aun más difícil es proyectar más allá...

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