Lollapalooza afianza su leyenda: sólo la música será capaz de salvarnos

CHICAGO.- Una cantante sueca que derrite corazones. Una inglesa que pasó rápidamente la barrera de los primeros hits y ya se mueve en escena con aplomo de veterana. Unos canadienses que tienen en sus manos la responsabilidad de cerrar 2017 y no sólo hacen una buena performance, sino que también se conectan emotivamente con el público a un nivel espiritual. Cuando ya el cansancio puede más que cualquier deseo, cuando pesan más los recuerdos de una edición que ya se nos escapa de entre los dedos, llegan ellos para tocar la fibra más íntima, la de la efímera (pero definitiva) felicidad. Como reza el cartel que unos chicos portan de un lado a otro del amplio Grant Park, en esta ciudad que ha vuelto a alojar el festival: "Sólo la música puede salvarnos". Al menos, durante cuatro días, esa afirmación se hizo realidad.

Los canadienses de Arcade Fire cerraron la 13° edición consecutiva del festival desde que éste se instaló en la Ciudad de los Vientos (la 26° desde que nació como consecuencia de una idea de Perry Farrell, como gira de despedida de Jane's Addiction) y la camiseta no les quedó grande. Al contrario: dieron un show que, más allá de la lista de temas, que incluyó sus grandes clásicos, unas cuantas novedades y un sorpresivo y eficaz cover en el cierre, demostró sus habilidades para manejar los estados de ánimo del público.

Lo hicieron bailar, corear sus canciones, delirar hasta las lágrimas, mirar al cielo sin comprender muy bien qué buscaba en esa bóveda de estrellas.

Entre esa especie de homenaje a Abba que es "Everything Now" -la canción que da nombre al disco que salió a la luz la semana pasada y que, después de que supere la instancia de las críticas tras una primera escucha, seguramente se transformará en un clásico de nuestros días- y una versión de otro clásico, "Mind Games", de John Lennon, la banda capitaneada por Win Butler y Régine Chassagne dejó en claro que, en escena, es la que representa de la mejor manera a su generación; fue el comodín que tuvo el rock para asomar victorioso sobre el cierre de un festival en el que los que mandaron fueron otros: el hip hop, la electrónica y el pop global.

Fin de fiesta

Después de tres jornadas intensas y un cúmulo de emociones, la tarde del domingo ya se respiraba el aire de fin de fiesta. Esos miles de cuerpos que en sus muñecas portaban los pases para los cuatro días de Lollapalooza hacían un gran esfuerzo para llegar en pie a la última noche.

Desde el año pasado, cuando Chicago...

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