Una locura que lleva 30 años

Cuando Aldo llegó a la esquina de Scalabrini Ortiz y Las Heras sonó el celular. Iba en auto al médico, pero frenó y atendió. Creyó que era su amigo Quincho, desde Bariloche, y maldijo porque estaba llegando tarde al turno de las 16.30, pero la llamada provenía de España. Unos minutos más tarde ya se había olvidado del médico, del tránsito, de todo. El diálogo telefónico ocurrió en diciembre pasado y tiene dos protagonistas de una historia que ahora cumple 30 años.En 1982, Aldo Forti era el arquero del seleccionado de la UBA, cuando un rosarino de 27 años llegó a Buenos Aires para hacer su primera experiencia como entrenador. Dirigió menos de un año y no conquistó títulos, pero dejó su sello por sus métodos revolucionarios, el rigor en los trabajos físicos y un carácter irascible. El resto de la historia de Marcelo Bielsa es conocida: triunfó en Newell?s, Vélez, la selección argentina, en Chile y, ahora, en Athletic Bilbao."Quise cortar, no sé... atiendo y escucho: Hola, ¿el señor Aldo Forti? Le habla Marcelo Bielsa. Y me pregunta: ¿Está ocupado?. Y yo digo: No, ¡qué va!... Pero pensaba en el médico, en la hora... ¿Será largo como en las conferencias de prensa? Encima, no tenía birome ni papel. Y él me empieza a hablar y a tirar frases. No me voy a acordar, qué hago, pensé. Y agarré un pedazo de ladrillo, quise escribir en el hormigón, en la calle... Al final, terminó una charla inolvidable que duró unos 8 minutos y me dije uy, no me acuerdo nada...".Entre los bocinazos del 59, Aldo le agradeció el gesto a Bielsa. El Loco respondió un correo en el que Forti le contaba cómo su paso por la UBA había marcado un antes y un después por haber contagiado el profesionalismo para trabajar, sin dejar de lado la esencia amateur del deporte. En el cierre de la charla, Bielsa mandó saludos para los jugadores y se disculpó por no haberse comunicado antes.A 30 años de la primera experiencia de Marcelo Bielsa como entrenador, LA NACION Deportiva y canchallena.com repasan con dos referentes de aquel plantel las mejores anécdotas de un joven DT que ya mostraba señales de locura y obsesión por la perfección."Marcelo había venido desde Rosario para dirigirnos. Paraba en un hotel en Suipacha o Esmeralda, a media cuadra de la avenida Córdoba. Como yo vivía en el centro, me quedaba de paso y solía llevarlo. En el trato siempre fue distante, nunca nos tuteaba pese a la poca diferencia de edad. Ni se llegó a abrir demasiado. No tengo registro de haberlo tenido como copiloto, pero...

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