El 'loco lindo' vuelve a la tribuna

Es un loco lindo", repetían dirigentes y jugadores de Boca para tratar de encasillar algunos de los comportamientos de Daniel Osvaldo que tenían repercusión mediática y hacían tambalear la disciplina de grupo. Era una manera de tolerar a quien parecía que los problemas lo buscaban a él, una víctima incomprendida.

En la fría noche montevideana, la cordura, que suele ser circunspecta y taxativa, le puso un límite al "loco lindo". ¿Qué había cambiado? Si los dirigentes son los mismos que decidieron darle una segunda oportunidad a sabiendas de los antecedentes explosivos del primer ciclo. Los compañeros son los mismos que en una muestra de estima le dedicaron a la distancia el título del último Torneo de Primera División. De todos los que le daban contención ya no está Arruabarrena, en cuyo lugar están los mellizos Barros Schelotto, inflexibles ante los excesos, ya sea el de ponerse a fumar a minutos de haber terminado un partido o el de dirigirse de manera agraviante a uno de los integrantes del cuerpo técnico.

El caso también ayuda a despejar algunas confusiones instaladas en el medio. Está sobrevalorada la condición del jugador-hincha, aquel que por declarar su amor a la camiseta del club que viste parece contar con licencias especiales. Lo de Osvaldo demuestra que eso...

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