Le llegó al PJ la hora de pagar los destrozos

A la larga, nada es gratis. Casi todos los peronistas se subieron al carro mientras duraba la fiesta y llegó el momento de pagar los destrozos. Fueron doce largos años. Ahora el karma pasa la factura. En las urnas y en la Justicia.

Detrás de una y otra forma de pago hay una misma cosa: el hartazgo moral de la sociedad. No es que los argentinos nos hayamos reformado, pero la gran mayoría experimentó, ante la exhibición de atrocidades, algo parecido a la vergüenza. No había recuerdo de una rapacidad semejante desplegada con tanto descaro. Calcularon mal. Como quien mete la punta del pie en el agua, sondearon al pueblo y creyeron que podían ir por todo. Y llegaron bastante lejos. Estuvieron cerca de conseguirlo. Pero este pueblo, que parecía tener un precio, que parecía vacunado contra la obscenidad, un día dijo basta. Y lo dijo como deben decirse estas cosas, con el voto, en octubre de 2015. A partir de ese día, la suciedad escondida bajo la alfombra su fue sumando a lo que ya estaba a la vista. Lo que era mucho fue demasiado. Y llegó el voto del domingo. Y la detención de De Vido.

Es cierto que la elección se polarizó. La gente eligió entre la impunidad y la justicia. Tal vez, en la sospecha de que es precisamente eso lo que diferencia un régimen autoritario de una democracia republicana. También, un país saqueado de otro en arduo proceso de reconstrucción.

En su derrota, una vez más, Cristina Kirchner mostró su pulsión autodestructiva. Dinamitó al peronismo desde el gobierno y ahora parece decidida a completar la faena. La noche del domingo se mostró como vencedora y se sentó sobre sus votos para exigirles a sus compañeros el tributo de la obediencia y la lealtad. Sólo tiene para ofrecerles un techo exiguo donde guarecerse de la lluvia, pero sigue inspirando temor. Son muchos los que, como novios maltratados, han querido armar el bolsito y dejarla, aunque no saben cómo. Le temen, además, a la intemperie. A los que se fueron e hicieron rancho aparte no les fue bien. Algunos de ellos quieren volver. En verdad, todos quieren volver. Hoy los referentes peronistas son hijos pródigos sin arrepentimiento a la vista que buscan el camino que los lleve a casa. Es decir, al calor del poder. Todo lo que advierten, por ahora, es que la ex jefa suprema representa la ruta del delirio que los llevaría a la desintegración.

“Cristina es un ciclo político concluido”, se envalentonó Juan Manzur, gobernador de Tucumán, una de las nuevas esperanzas del PJ. Que...

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