Llegar a casa por una calle sin veredas y esquivando camiones

A menos de dos cuadras del shopping Paseo Alcorta está el barrio Saldías, un asentamiento centenario que nació de la mano del ferrocarril. Para llegar hasta este rectángulo de unos 400 metros por 60, rodeado por decenas de galpones y las vías del tren, los vecinos caminan por la calle Padre Mugica, sobre la que se encuentran la mayoría de las casas y casillas. Sin veredas, trepándose al terraplén de las vías o haciendo equilibrio sobre el cordón cuneta esquivan autos y camiones.

El sonido de los vehículos y los trenes que pasan frente al barrio invade el ambiente. "El tránsito es así de lunes a sábado, mañana, tarde y noche. Los oídos se te acostumbran", dice Juan Martínez, que tiene 59 años y a los 14 empezó a trabajar en el ferrocarril en Tucumán, su provincia natal. "El riesgo más grave que tenemos son los camiones: el horario pico coincide con el de los chicos cuando van al colegio. Y después empieza de nuevo a partir de las 14.30. Es infernal. Hay que tener muchísimo cuidado al cruzar la calle, si no es prácticamente un suicidio."

Juan llegó al barrio en 1991, cuando era enfermero en el Hospital Militar Central de Belgrano y lo convocaron para trabajar en el ferrocarril. "Ahí me mudé a Saldías y nació ese vínculo que llamo familiar-vecinal. En ese momento había unas 56 familias: hoy hay cerca de 220, unos 800 habitantes estables", cuenta Martínez, uno de los fundadores de la asociación civil Vecinos del Barrio Saldías.

El rol de los vecinos

Sobre los servicios, Juan asegura que los mismos vecinos hicieron las obras de las cloacas, pero el sector más nuevo aún no las tiene. "Le pedimos al Estado el gas, la terminación de las cloacas y denunciamos que hay un grupo que está colgado de la luz", explica.

Además reclaman la construcción de una salita de atención primaria. "Al año hay varios accidentes por el tren o el tránsito. A mi vecina la levantó la camioneta de Cliba. No hay veredas perimetrales y, a pesar de que hay lomas de burro, los camiones pasan como vienen y nadie respeta los semáforos. Hacen maniobras y a más de un pibe lo hemos sacado de abajo de un camión", cuenta.

Sergio es colombiano, tiene 27 años y hace dos que vive en Saldías con su mujer y su hijo de nueve meses. Su casa está a menos de un metro de la calle Padre Mugica. "Trabajo de barman en Caballito y vuelvo a las 2 de la mañana en bicicleta. Le puse ojos de gato, porque a esa hora la calle está muy oscura", dice. Admite que el riesgo es grande y que también tienen...

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