Llegando los monos

PHOENIX.- Llegando a Phoenix el rock se cristaliza. Es todo ese desierto, todas esas montañas candentes. Allí donde el sol nace y muere a diario, el rock es piedra, cactus, gargantas secas y unos sofocantes 35°, aún en el otoño norteamericano. Pero también es canción, guitarras chirriantes, estilo de vida. Hoy es el turno de estos chicos ingleses que trocaron su Sheffield natal por la soleada Los Angeles y que en tan sólo una década de vida editaron cinco álbumes, consolidaron aspiraciones, sonido y se erigieron en una buena alternativa al populismo de estadio que prioriza los fuegos artificiales a las melodías.

Para aquellos que posan sus ojos en los premios tienen ante ustedes a uno de los mejores actos en directo para las prensas británica y norteamericana. Su última joyita, AM (2013), ha sido considerada el mejor álbum del año y sus intérpretes, la mejor banda de la temporada, ambos según el Brit Awards, equivalente inglés a los premios Grammy. Y razón no les falta a juzgar por el show que presenciamos en la lejana Arizona.

A la hora señalada en el lugar convenido. Faltan tres horas para el show, pero unos instantes para la entrevista. Los diez minutos que separan nuestro hotel del Comerica Theatre, un auditorio cómodo y moderno que puede albergar a 5000 personas, son unidos por Robert, un taxista amable. Rápido de reflejos, al enterarse de qué nos iba a deparar una vez que dejáramos su auto, recurre al buscador de voz de Google para dar con la música de los Arctic Monkeys, banda que está a punto de conocer. Suena "Don't Sit Down.." , Cause I've Moved your Chair", de Suck it and See y a los pocos minutos el hombre curtido en rock da su veredicto. "Son muy buenos, tienen algo de Jane's Addiction".

Una vez en el Comerica, uno de los miembros del equipo de la banda nos invita a pasar a la zona de camarines. Como siempre, habrá que esperar unos minutos, tiempo suficiente para hacer un rápido reconocimiento visual del lugar y repasar algunas de las preguntas que hemos preparado. Y cuando bajamos la guardia, ¡zas! el hombre que oficia de contacto entre los músicos y nosotros estira su brazo derecho y solicita ver las preguntas. Ya no hay tiempo de contrarrestar y una respuesta poco diplomática de nuestra parte puede volver inútil el esfuerzo de haber tomado dos aviones y volado durante 15 horas. La rápida devolución del anotador, a velocidad 4G, desnuda que lo suyo fue sólo un gesto. Ni tiempo tuvo de enfocar su vista.

Alex Turner y Matt...

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