Límites de la tolerancia

AutorLeonardo Boff
CargoDoctor en Teología y Filosofía

Todo tiene límites, también la tolerancia, pues no todo vale en este mundo. Los profetas de ayer y de hoy sacrificaron sus vidas porque alzaron su voz y tuvieron el valor de decir: «no te está permitido hacer lo que haces». Hay situaciones en que la tolerancia significa complicidad con el crimen, omisión culposa, insensibilidad ética o comodismo.

No debemos tener tolerancia con aquellos que tienen el poder de erradicar la vida humana del Planeta y de destruir gran parte de la biosfera. Hay que someterlos a controles severos.

No debemos ser tolerantes con los que asesinan inocentes, abusan sexualmente de los niños, trafican con órganos humanos. Cabe aplicarles duramente las leyes.

No debemos ser tolerantes con quienes esclavizan a menores para producir más barato y lucrarse en el mercado mundial. Hay que aplicarles la legislación mundial.

No debemos ser tolerantes con los terroristas que en nombre de su religión o de su proyecto político cometen crímenes y matanzas. Hay que detenerlos y llevarlos a juicio ante los tribunales.

No debemos ser tolerantes con quienes falsifican medicamentos que producen la muerte de personas o instauran políticas corruptas que dilapidan los bienes públicos. Contra estos debemos ser especialmente duros pues dilapidan el bien común.

No debemos ser tolerantes con las mafias del tráfico de armas, de las drogas y de la prostitución que incluyen secuestros, tortura y eliminación física de personas. Hay castigos claros.

No debemos ser tolerantes con prácticas que, en nombre de la cultura, cortan las manos de los ladrones y someten a las mujeres a mutilaciones genitales. Contra tales prácticas prevalecen los derechos humanos.

En estos niveles no hay que ser tolerantes, sino decididamente firmes, rigurosos y severos. Esto es virtud de la justicia y no vicio de la intolerancia. De no hacerlo así, no tendremos principios y seremos cómplices del mal.

La tolerancia ilimitada acaba con la tolerancia, así como la libertad sin...

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