Límites

Hay límites. O debería haberlos. El escándalo exhibicionista de la semana última en el Congreso de la Nación no es sino un síntoma. Para algunos, no existen los límites.No importa si fue involuntario o no. Es lo de menos. Porque las sesiones deberían ser, al menos para los legisladores, sagradas. Se califican, ambas cámaras, como honorables. Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Honorable Senado de la Nación. No necesitamos revisar el diccionario para comprender lo que significa esa palabra. ¿O sí?En cualquier caso, participar de un debate donde se deciden las reglas que regirán nuestras vidas y se determina el destino de nuestra Nación (nuestra Nación, insisto) debería uno sentirlo como el privilegio máximo. No parece ser...

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