Los libros y la calle

En la infancia tardía (o en lo que creo recordar de ella), la lectura era un vicio (impune, diría el escritor Valéry Larbaud) que convenía no hacer público. La afirmación de la masculinidad parecía reclamar la vileza de la calle y la deplorable lógica de la supervivencia del macho más fuerte y más soez. Entonces, no había amigos, porque la calle era tierra de enemigos. Los amigos eran los libros, y ni siquiera ellos: era más bien un mundo ordenado, muerto (sin peligro) y, sin embargo, muy vivo (no hay nada más vivo que lo muerto).En todo caso, más vivo para mí que las peleas a las trompadas en la vereda. Tenía diferencias con un vecino, y mi padre, que participaba de mundo de los libros y conocía muy bien la calle, propuso que esas diferencias se dirimieran en la calle. Mi padre fue el árbitro. Yo leía en esa época la Eneida; el otro tenía un conocimiento mayor: sabía pelear. No me fue tan mal, pero perdí, en última instancia; algo que entendí porque mi padre, piadoso, interrumpió la lucha.Una línea aparte merece el Gordo Gonzalo (¿se llamaba así?), que me escupió una tarde por no sé qué cosa. Fue peor que un puñetazo (de paso, usé una vez esa palabra, "puñetazo", y fui objeto de nuevas burlas). Yo seguía leyendo. Años después, supe que Gonzalo había muerto, drogado de quién sabe qué, y calcinado cuando se incendió el rancho en el que vivía mientras trabajaba en una estación de servicio a la vera de alguna ruta.La peste vitalista nos convenció de que hay que vivir para escribir, y que lo importante no está nunca en los libros sino en la calle. No es cierto. Del mismo modo que la música dialoga con la música, los libros se escriben con los libros. ¡Ah! Pero la vida... Claro. Con el tiempo, mis amigos fueron no solamente los libros, sino quienes los escriben y quienes no los escriben, pero los leen mejor que nadie.La calle nos solivianta únicamente en la medida en que se revierte en invención literaria. La calle nos atrae como lo contrario de lo que somos, pero un contrario que puede convertirse (por la alquimia de...

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