El libro

La pose es tranquila, relajada. Sin embargo, aunque las tapas filigranadas de este volumen religioso (una obra que los creyentes imaginan anterior a la creación) no permiten advertir el rostro del lector, adivinamos que debe haber allí una mirada intensa en ebullición. Como una huella digital, la imagen de esas cubiertas labradas con diminutos laberintos dorados se convierte en su identidad. Él y el libro se reconocen aunque entre ambos medie un océano de tiempo. Alguna vez dijo Borges: "De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio...

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