Libertad, resistencia, independencia

Viene precedida de un importante recorrido internacional. Es singular, extraña, atrapante. La mujer de los perros puede observarse como otro exotismo nacido de esa noble cantera de películas sorprendentes que es El Pampero Cine, la productora de Historias extraordinarias, Castro y Ostende. Es justamente la directora de Ostende, Laura Citarella, la que ahora unió fuerzas con la experimentada Verónica Llinás para dirigir este largometraje que se estrenó en la Sala Leopoldo Lugones y en el Malba. Ya fue exhibida en el Festival de Rotterdam, en la última edición del Bafici (Llinás ganó el premio a la mejor actriz de la competencia internacional) y pasó también por festivales de Dinamarca, México, Rumania, Italia, Rusia, Inglaterra y Sudáfrica. Y fue realizada por un equipo con mayoría absoluta de mujeres: Soledad Rodríguez en cámara y fotografía, las hermanas Laura y Florencia Caligiuri en arte, Carolina Sosa Loyola en vestuario y Juana Molina a cargo de la refinada música.

"Casi no puedo hablar de La mujer de los perros como una película. Para mí fue más bien una experiencia mística", asegura Llinás, actriz de larga trayectoria que hasta hace poco se lucía como la particularísima Inés Murray Tedin de Arostegui en Viudas e hijos del rock and roll, el éxito de Telefé. Y sigue: "Estuvo atravesada por la situación más dolorosa que me tocó vivir, la de perder a mi compañero, al amor de mi vida, tras más de 20 años de convivencia. Por eso la película habla, entre otras cosas, de la muerte, de la soberanía de decidir cómo vivir y cómo morir, de la particularidad de cada persona, en contra del encasillamiento y el prejuicio, y del misterio que son todas las personas, incluso las que se van de esta vida sin dejar rastro".

-¿Fue difícil el trabajo de dirección conjunta?

Llinás: -La idea de hacer una película surgió conversando con Mariano, mi hermano. Al principio yo fantaseaba con que él la dirigiera y él insistía con que debía dirigirla yo. Pero yo no me sentía capaz de hacerlo sola. Un día, Mariano me dice que tiene una idea genial: que tenía que dirigirla con Laura, que ella tenía la sensibilidad indicada para captar el mundo que yo proponía y la capacidad para realizarlo. Que esta película tenía una energía muy femenina que él, como director, sentía que iba a malograr. Confié. Apenas se sumó Laura al proyecto, la sensación fue la de haberles abierto las puertas a los ejércitos de Napoleón. Ella es una topadora del hacer y al principio me sentí un...

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