Leyes hay, el problema es que no se cumplen

Con más de nueve mil parches que se acumularon desde su versión original, que se remonta a 1921, el Código Penal está en vías de modificación. Ya ha concluido el anteproyecto de reforma redactado por una comisión que preside el camarista de Casación Mariano Borinsky y que, entre otras iniciativas, limita el beneficio de la libertad condicional y ciertos márgenes de interpretación de los jueces, al tiempo que agrava las penas de numerosos delitos.

Lo primero que salta a la vista del ciudadano, aunque sea lego, es que por más perfectibles que resulten las leyes y por más que se las adecue a los tiempos que corren para abarcar las nuevas modalidades delictivas, uno de los principales problemas que afronta la Argentina en esa materia está en su aplicación. Y también, en los claroscuros que presenta el actual panorama judicial, tal como pudo apreciarse en la reciente jornada "Experiencias exitosas y resultados en la implementación de calidad", organizada por el Ministerio de Justicia y que reunió a más de 40 jueces federales y provinciales.

Allí, por ejemplo, pudo escucharse al juez federal Ariel Lijo sostener, con total desparpajo: "No hace falta que nos auditen, nos auditamos solos", falsedad que también suena a fanfarronada pero que afortunadamente contrastó con la actitud de su colega Marcelo Martínez Di Giorgi, quien pidió disculpas a los jueces por ser la causa principal de la mala percepción sobre el trabajo judicial. Entre los aspectos positivos que se mencionaron en la jornada figuraron los avances en la implementación de las normas ISO en los juzgados.

En lo que hace a las leyes, hay muchas que deben mejorarse, pero con eso no basta. El psiquiatra Abraham Maslow popularizó la llamada ley del instrumento, según la cual todos exageramos la utilidad de la herramienta que sabemos manejar. Suele ejemplificarse esa ley con la expresión "si usted tiene un martillo, todos los problemas le parecerán clavos". Las cuestiones que tienen que ver con la Justicia están, como es lógico, lideradas por juristas, que tienden naturalmente a creer que el delito disminuirá cuando se cambie el Código Penal y que los juicios civiles serán más rápidos porque una comisión de expertos en Derecho Procesal mejore las normas. Si así fuera, por ejemplo, para que circulásemos por ciudades seguras y ordenadas bastaría con traducir la ordenanza de tránsito de algún lugar del mundo que fuera ejemplar en ese aspecto y sancionarla aquí. Como es evidente, no se trataría de...

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