Ley de semillas, en discusión

En la cultura popular de los argentinos, la conciencia de los valores de la propiedad intelectual es llamativamente más baja que entre sus vecinos. El 97% de los uruguayos, por ejemplo, cree en la necesidad de defender la propiedad intelectual de germoplasmas obtenidos después de investigaciones científicas que suelen demandar inversiones cuantiosas en dinero. Otro tanto ocurre en Brasil con el 70% de la población. En la Argentina, en cambio, sólo el 40% está dispuesto a aceptar en plenitud la legitimidad de aquel derecho.

Eso explica los usos y abusos que se han registrado en nuestro medio respecto de la propiedad intelectual sobre semillas cuya transformación ha impulsado aumentos notables en los índices de productividad agrícola, y por lo tanto, en la riqueza que genera el campo. El tema está en pleno debate en circunstancias en que se encuentra en el Congreso de la Nación un proyecto de ley de semillas enviado por el Poder Ejecutivo, mientras circulan otras iniciativas: unas, para morigerar sus efectos en cuanto reconoce a los semilleros derechos que les habían negado en la legislación vigente; otras, en dirección opuesta, como si no fuera suficiente lo que el Gobierno está dispuesto a reconocer como propiedad intelectual.

Desde ya debe decirse que ninguna ley modificará de manera sustancial la situación vigente en tanto el Instituto Nacional de Semillas (Inase), órgano de aplicación de las normas legales sobre semillas, sea renuente a actuar con la máxima diligencia en el control y la aplicación del sistema de sanciones que se apruebe. Ya de por sí no es tarea fácil distinguir en los silos o en los silos bolsas lo que es un grano de lo que es una semilla.

La tesis del Ministerio de Agroindustria, reflejada en el proyecto gubernamental enviado al Congreso, es que debe reconocerse a los semilleros la propiedad intelectual durante las tres campañas posteriores a la adquisición de las semillas. Es un avance considerable respecto de las normas que hoy rigen: los productores pueden volver a sembrar cuantas veces quieran las semillas adquiridas; sólo se limita la reventa a terceros para reproducción de los granos en lo que se conoce como la modalidad de la "bolsa blanca". Quien lo hace incurre en delito y nadie puede llamarse a engaño: es una acción de frecuente realización, aunque haya tendido a disminuir por el aumento de los controles fiscales.

Voceros de grandes semilleros han expresado insatisfacción con la iniciativa del Gobierno y...

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