Leo Oyola. 'Si sos escritor, tenés que creer en algo superior'

El contrato estaba listo: solo faltaba su firma. A fines de 2015,-Si me ponía a escribir "Kryptonita 2", me ponía gordo -diceEs una tarde de octubre y está en su departamento, en el barrio porteño de Almagro, cumpliendo a rajatabla con el aislamiento social. Después de haber pedido disculpas porque no se anima todavía a un encuentro presencial porque es grupo de riesgo del covid-19 -hace unos años sufrió una neumonía que lo tuvo al borde de la muerte y le dejó secuelas-, ofreció hacer la entrevista a través de su cuenta de Zoom.No perder el hambre después deLa novela transcurre en una unidad penitenciaria de mujeres, durante un festejo por el Día del Niño que termina en un vertiginoso motín, en el que se disputa de fondo el liderazgo del pabellón. Por detrás de ese inicio se revela una trama "a lo Oyola": de género inclasificable, más fantástica que tumbera (aunque con el argot necesario para emplazarse en la cárcel), más de aventuras que policial, en la que se van superponiendo las historias de un grupo de reclusas reconvertidas al evangelismo, un ejército de zombis y el amor imposible entre una presidiaria y una carcelera. Todo eso se organiza alrededor de otro de sus sellos distintivos: un índice hecho de referencias musicales de los 80 y los 90. Esta vez abre cada capítulo con un fragmento de la canción "It’s a hard life" de Queen, así como en otras novelas lo hacía con temas de Bon Jovi, Poison y Duran Duran.-Cuando publiqué-No, mirá: eso no. Entiendo que se lea así, pero yo esta novela la empecé a pensar en 2012, ya sabía que iba a ser en una unidad penitenciaria femenina. Y lo que vos escribís es hijo del momento en que lo escribís. Yo tengo esa tranquilidad, que sé que no quise hacer marketing, porque no sabría tampoco cómo hacerlo. En la cárcel, me encontré con historias que me descolocaron. Como la de una chica que no tenía nada que hacer afuera y sabía que estar cumpliendo condena era como la marca escarlata, y decía: "No, no, para volver a desesperar, a delinquir, me quedo adentro. Cuando me hagan las pericias, digo un par de giladas, y me quedo...", me decía ella. Y es triste, requetetriste, eso. Pasa un montón. Junté su historia y la de dos presidiarios más para componer a uno de los personajes de la novela que no encuentra razones para salir.-Hay algo de eso, pero también yo creo que termino mostrando cierta cosa más luminosa que tiene que ver con la gente con la que me crie, mi familia, y lo que siempre me enseñaron ellos: a...

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