Con la lengua de siempre

Durante muchas temporadas, Enrique Pinti se posicionó como el monologuista político de la Argentina. Espectáculos como Salsa criolla , Pinti y aparte , El infierno del Pinti , Pericón.com.ar o Pingo argentino le permitieron reflexionar sobre aspectos de la historia nacional, pasada y presente, provocando una intensa reflexión entre espectadores, casi ansiosos, por escuchar desde un escenario aquello que ellos estaban pensando.Con un estilo directo y con gran desparpajo, el actor se ha animado a analizar, a veces de manera brutal, cuestiones sociales y políticas de un país cuyos gobiernos, después de la dictadura militar -asegura-, no han acertado a conducir su timón.En los últimos años, Pinti se ha bajado del lugar de monologuista y parece extraño. Se ha corrido a interpretar proyectos de otros autores, como El burgués gentil hombre, de Molière; Lo que vio el mayordomo, de Joe Orton, y los musicales Los productores y Hairspray . Actualmente, ensaya Vale todo ( Anything Goes ), con canciones de Cole Porter y libro de varios autores, con la dirección de Alejandro Tantanian, cuyo estreno está previsto para julio en El Nacional."Puede parecer extraño -aclara el intérprete-, pero el clima actual es muy exasperado y exasperante, muy ríspido. Hay un montón de intereses que no son solamente políticos, sino también económicos, de lobbies. A mí me exceden. Aun así, no he planificado dejar el monólogo político. En 2004, estaba haciendo Candombe nacional y me propusieron hacer Los productores, y no lo podía creer. Siempre quise hacer esa pieza. Cuando uno tiene treinta o cuarenta años dice: «Si no lo hago ahora lo haré el año que viene», pero cuando tenés sesenta y pico te preguntás: «¿Qué quiero hacer?». Toda la vida quise ser un actor versátil: transitar la comedia, el drama".Siendo joven se enroló en las filas del café concert, y ahí apareció la posibilidad de desarrollarse en un género que, en ciertos aspectos, lo encasilló. "Entonces ése era un lugar de trabajo al que se podía entrar sin hacer casting -cuenta el actor-. Era laburo y salió. No era el sueño de mi vida. La crítica me pegaba duro, decían que era un guarango, un grosero. No lo podía creer. Yo había estudiado Letras y me había formado con Alejandra Boero y Pedro Asquini y terminé siendo como un verdulero de la calle que puteaba y al que la gente seguía. Cuando me quise acordar, era el monologuista de la República Argentina y, después del advenimiento de la democracia, Salsa...

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