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Los juecesLa calidad de los jueces es decisiva tanto para el buen funcionamiento como para el prestigio de una república. Los jueces deberían ser honestos y competentes; en la honestidad está la independencia. Resulta evidente que los magistrados han desempeñado un papel singular en los procesos que han tenido o están teniendo lugar en la Argentina o Brasil. En este último caso, se han distinguido dos. Primero, el juez Barbosa, docto y firme, que juzgó y condenó sin vacilar a una serie de legisladores en el proceso llamado Mensalão. Durante el mandato de Lula, el PT y el gobierno establecieron un régimen tarifado de compraventa de votos en las cámaras para asegurarse mayorías que las urnas no les habían dado. Barbosa condenó a legisladores y tesoreros del PT por igual. Luego vino el juez Moro, quien tomó en sus manos la corrupción de Petrobras y de la obra pública decidida por el gobierno y envió presos a varios jerarcas públicos, a tres exministros de Lula y al jefe de bancada del PT, senador Do Amaral. También hizo encarcelar a todos los grandes empresarios que se repartían la obra pública acordando coimas. En nuestro país algunos se indignaron porque también metió preso al propio Lula, como si este hubiera podido ser el único que no sabía nada de lo que estaba pasando. En la Argentina, los jueces no fueron tan ejemplares. Mientras los Kirchner eran los poderosos amos del gobierno y la política, las denuncias dormían en los cajones. Cuando los argentinos se hartaron del despotismo mandón y rapaz de aquellos y -elecciones mediante- los Kirchner perdieron su poder, esos mismos jueces sordos empezaron a escuchar mejor y a oír las denuncias, algunas con cinco años o más de antigüedad. Las garantías de las repúblicas descansan en la calidad institucional del Poder Legislativo y la calidad personal de los jueces.Carlos Alberto Ferrermailto:carlosferrer4010@hotmail.comLos jueces IISe podría pensar que las decisiones de los jueces garantistas de nuestro país ya no causarían asombro. Pero los miembros de la Cámara de Apelaciones en lo Penal de San Martín han logrado anular esa suposición. Una mujer, con premeditación, alevosía, agravante del vínculo con la víctima y al parecer con la ayuda de su hija, asesinó a su marido mientras dormía asestándole 185 puñaladas. Y a los pocos días, esa Cámara ordenó la libertad de ambas mujeres, en otra puñalada tan grave como las anteriores y sin anestesia alguna para nuestra herida sociedad.En este atroz caso...

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