De los lectores: cartas & mails

Justicia y repúblicaProfunda tristeza me produce que nuestro ex Honorable Senado de la Nación se haya transformado en un refugio para delincuentes. Y no alcanzo a vislumbrar una solución a este grave problema. Los senadores saben que la Justicia condenó a esos funcionarios después de una larga investigación, pero se niegan a perder sus fueros, algunos porque podría tocarles en el futuro (ellos sabrán por qué), otros por contrariar al Gobierno. Y nosotros, los de afuera, no sabemos qué hacer para solucionar este gravísimo bache de nuestra muy débil democracia."Sin justicia no habrá república" fue el lema de una marcha contra la corrupción realizada en abril de este año, y los hechos le están dando la razón a esta afirmación.Ricardo Pinhas Slelattmailto:pinhasricardo@yahoo.comPaís de violadoresSoy uno de los que creen íntimamente el relato de Thelma Fardin. Quise que su abusador pagara con su vida, con su cuerpo, con su reputación, incluso pensé que su familia también se merecía el sufrimiento por haberlo encubierto. De pronto me encontré siendo parte de una mayoría de inquisidores populares, y me asusté. En un abrir y cerrar de ojos, todo derivó en fuertes agravios para medios y periodistas que dieran espacio al denunciado para que se expresara. La violación de la libertad de expresión también se había consumado. Escuché a una abogada decir que se trataba de un "violador serial" sin el menor respaldo fáctico a lo que superficialmente afirmaba. La representante legal de Fardin vituperaba contra otro colega por el solo hecho de que se planteara asumir o no la defensa del denunciado. Sin que importaran las enormes diferencias en los hechos, se trajo como ejemplo de lo que estaría mal el dramático caso de Lucía Pérez, quien -según la unanimidad de los peritos- murió dramáticamente intoxicada por consumo de droga. Lo cierto es que hoy vivimos en un país de violadores. Donde la "opinión publicada" es suficiente para abusar del Estado de Derecho. Los jueces, si opinan distinto a la mayoría, son corruptos o incompetentes, y por lo tanto deben ser echados. Los abogados que ejercen dignamente su profesión son escrachados como "revictimizadores" y sistemáticamente violados en su reputación. Igual que el presunto abusador, alegando su inocencia con nula credibilidad, escuchamos a colegas y actrices declamar el respeto del "derecho de defensa", advirtiendo que, si llegase a demostrar su inocencia, no van a creerle. Si por milagro, existieran testigos y...

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