Nuestro largo camino

LA NACION entra hoy en sus 145 años de existencia. La responsabilidad por este aniversario, que la señala entre las instituciones más antiguas del país, no se siente en nuestro diario como una carga, sino como un servicio honroso y responsable. Por él se continúa la voluntad del fundador de que LA NACION fuera una antorcha preparada para iluminar las cuestiones relevantes para la sociedad a cuya disposición ha trasmitido, diariamente, informaciones, comentarios y la opinión editorial en que se manifiesta su identidad como medio de prensa. Esa identidad no se recorta día tras día, contrariamente a lo que se observa con las facciones políticas oportunistas –de las que son prototipo las amebas del populismo?, que llegado un punto del camino van dejando, para estupor de los seguidores, jirones de la carne misma de lo que hasta ayer pregonaban. Un gran diario es fiel, en cambio, a su misión y destino.No son estos tiempos fáciles para el ejercicio del periodismo consustanciado con el rigor profesional y la voluntad de echar luz sobre actos de gobierno y marañas o argucias que otros escamotean, con arte burdo, a la opinión pública. Pero ésa es la razón de ser del periodismo que encuentra la mayor retribución en la confiabilidad que suscita en la ciudadanía a la cual se ha dirigido. Es un capital moral que se construye con perseverancia y coherencia a través de décadas y años.Ese periodismo, que LA NACION reivindica, no acataría los deberes inherentes a su naturaleza si se dejara atravesar en silencio por el eje del disimulo que lo quiere tapar todo, hasta los datos más evidentes de la salud de un país: las estadísticas verdaderas sobre el estado de las cuentas públicas y hacia dónde se dirigen los fondos extraídos del contribuyente, la inflación, los índices de pobreza e indigencia, la educación pública degradada, la inseguridad física de los habitantes de la red urbana y de poblados rurales, el doble estándar para juzgar sobre derechos humanos o la inseguridad jurídica introducida por jueces de facción o sensibles a las órdenes de mando provenientes de otros poderes. Continúa en la página 22Entre los males mayores de nuestro tiempo, la Iglesia se ha pronunciado: "Peor que los saqueos es la corrupción". Coincidimos plenamente con ella.Cuando un medio entra en los 145 años de vida nada de esto que deba afrontarse resulta nuevo, aunque la vara de lo inverosímil haya sido puesta ahora a una altura difícilmente superada en el pasado en relación con el...

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