Una larga pelea entre ministros y presidentes del Banco Central

Existe una larga tradición de conflictos en la relación entre los ministros de Economía y los presidentes del Banco Central, en la dictadura y en la democracia, con gobiernos peronistas y con gobiernos radicales. Por esa razón, no deberían sorprender las diferencias actuales entre Alfonso Prat-Gay -hoy ministro de Hacienda y Finanzas- y Federico Sturzenegger: la historia económica argentina está plagada de desencuentros entre sus predecesores.

En el gobierno de Jorge Videla, José Alfredo Martínez de Hoz y Adolfo Diz se desconfiaban mutuamente. El ministro, de origen democristiano, era un abogado que venía de una familia con fuertes intereses en el campo pero que, a la vez, gozaba de importantes lazos con la industria por haber encabezado la empresa Acindar. Diz, graduado en la Universidad de Chicago, hubiera preferido un ajuste fiscal más agresivo que el aplicado por el ministro, quien estaba más preocupado por satisfacer la suba del gasto público a pedido de la Junta Militar.

Con Alfonsín, el enfrentamiento se dio entre Juan Sourrouille y Alfredo Concepción. Al ministro no le gustaba la excesiva flexibilidad del presidente del BCRA para otorgar redescuentos, mientras que éste, como radical histórico, desconfiaba de los "tecnócratas" que habían ocupado el Palacio de Hacienda en lugar de Bernardo Grinspun. En agosto de 1986 fue reemplazado por José Luis Machinea, que logró darle más coherencia a una política económica que, de todos modos, nunca logró controlar la inflación más allá del éxito efímero del plan Austral.

En 1992, con la nueva carta orgánica, el Banco Central pasó a ser independiente, pero, por el plan de convertibilidad -que eliminó la política monetaria endógena- sus funciones se limitaban a la regulación del sistema financiero.

En la Alianza, el ministro Domingo Cavallo echó a Pedro Pou al acusarlo de promover la dolarización de la economía y de conspirar en contra de la reactivación, pese a que su propia insistencia en mantener la convertibilidad cuando ya estaba agotada, detonó el estallido de 2001.

Luego de la explosión, el ministro de Economía Roberto Lavagna, con la confianza del presidente interino Eduardo Duhalde, corrió de su cargo a Mario Blejer y a Aldo Pignanelli. "Mario no quería compartir el peso de nuestras decisiones y Aldo negociaba con los organismos internacionales por sí solo, mientras intentábamos presionar al FMI amenazando con defaultear al Banco Mundial", explicó un integrante del equipo económico.

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