El otro lado

¿Quién diría, observando la quietud de esos cuerpos encuadrados en el ajedrez que conforman las butacas del estadio de Wimbledon, que de este lado de la imagen dos jóvenes gladiadores luchan hasta el agotamiento para obtener el pulgar alzado que recompensará al vencedor con las mieles de la fama? Sólo la mirada clavada en la cancha de estas personas perfectamente alineadas, a tal punto que ni se permiten dialogar entre sí, deja advertir algo de la atmósfera imantada que ayer debe haberlas mantenido pegadas al asiento durante el match de cuatro horas y 48 minutos entre el luxemburgués Gilles Müller y el español Rafael Nadal...

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