El laberinto del acuerdo

Sergio Massa y Cristina Kirchner

El autor del siguiente artículo es diputado nacional y candidato a renovar su banca en las próximas elecciones legislativas

¿Qué significa acordar? ¿Acaso incluye un borrón y cuenta nueva, luego de la tragedia que el país vive? En su raíz, significa "unir los corazones": ¿qué otra cosa, antes que esa, necesita una nación desgarrada por su fracaso, herida en su autoestima?

La palabra acuerdo lleva su épica implícita en el esfuerzo que las partes deben hacer para alcanzarlo . Acordar (en teoría) cierra el tiempo de los desencuentros. El acuerdo es, con razón, deseado. Nos cuesta sobrellevar el esfuerzo que la grieta demanda. El desacuerdo nos erosiona. El plus de energía que nos daría el sosiego de un acuerdo puede ser lo que se necesite para la recuperación. Intentar desentrañar las dificultades, los costos y las posibilidades de un acuerdo político es imprescindible en la situación en que nos encontramos. ¿Por qué, entonces, nos cuesta tanto alcanzarlos?

Si bien se supone que acordar es una buena puerta de entrada a las soluciones , también puede ser un intento de no abordarlas. Se da por sentado, erróneamente, que las diferencias que se expresan en la vida pública argentina son antojadizas o están ancladas en el carácter beligerante de nuestros líderes. No es realista pensar que nuestros desacuerdos, tan dañinos, sean al mismo tiempo tan superficiales.

En la Argentina, como en toda sociedad compleja, hay diferencias políticas basadas en intereses diversos y en valores en pugna. La Argentina no tiene una grieta impostada. Nuestras diferencias son expresión de un pluralismo vital, del mismo modo que la incapacidad de encontrar acuerdos mínimos expresa, a su vez, una cultura política faccionalista y excluyente.

Lamentablemente, como país no compartimos un diagnóstico mayoritario sobre lo que nos sucede , sobre el destino de este y mucho menos sobre los medios para alcanzarlo, y las instituciones, en muchas materias, no han logrado sintetizar posiciones que permitan un mejor desempeño. Nuestra grieta tiene raíces históricas, responsabilidades extendidas y una multicausalidad laberíntica.

Apelar a la voluntad de acuerdo es esencial, renunciar a entender por qué llegamos hasta acá es irresponsable. Si el Gobierno no impulsa acuerdos mínimos (por ejemplo, sobre los modos de uso del espacio público), ¿cómo haría para acordar grandes objetivos? Si el Gobierno no cumple las leyes existentes (ni siquiera las...

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