Kubero Díaz amanece otra vez

"Tanto te quiero que pensar no puedo, soñar no debo ni dormir me dejo. Vaya un soneto a mi Palermo Viejo, centro lunar de este pequeño pueblo", canta Kubero Díaz los versos del poema que Miguel Abuelo le escribió a su querido barrio porteño. "Hace muchos años, Miguel grabó estos versos en mi casa en un casete y un tiempo atrás los rescaté y les puse una música medio rioplatense", cuenta este músico pionero del rock argentino que en los años 60 llegó desde La Plata junto a esa comunidad llamada La Cofradía de la Flor Solar.

El soneto ahora canción en coautoría con Miguel Abuelo formará parte de Amaneceres, que el año próximo se convertirá en el segundo álbum con la firma de Kubero Díaz, a más de cuarenta años de aquel legendario debut junto a La Pesada. "Lo que pasó es que con aquel disco me pegué un flash de locura y enojo total para con la producción argentina", se excusa el guitarrista. "Fue una maravillosa idea de Billy Bond, que cada uno de los que tocaba en La Pesada tuviera su álbum solista, pero la producción de Music Hall fue tan desastrosa que en el lado A estaban mis canciones y en el lado B aparecía un grupo malísimo cantando en inglés. La gente me decía: «No sabía que cantabas en inglés». Me quise matar en aquel momento y me dije: «En este país no vuelvo a grabar nunca más»... Bueno, me tomé el asunto bastante en serio, ja."

Después de aquella mala experiencia de 1973 y con la última dictadura pisándole los talones, Kubero cruzó el océano Atlántico y se instaló por cerca de una década en Ibiza. "Allá me conecté con muchos músicos de Inglaterra, de Japón, tocábamos en las fiestas de luna llena. Yo estaba tan fascinado que armamos una Cofradía allá, con Black Amaya primero y con Julio Segovia después. Toda la onda que había en Ibiza entraba justo con los que veníamos del hippismo. El hippismo copó Ibiza y también lo coparon los argentinos. Un día llegó de sorpresa Miguel y enseguida armó una fiesta. Él tenía una fiesta tan fantástica que uno se inspiraba con él, pasara lo que pasase siempre le daba para adelante. Ahí conocí a Cachorro López y armamos...

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