Kicillof, el vigía del mercado

Los empresarios deben trabajar con precios que les permitan cubrir todos los costos, más una ganancia razonable. Esa es la idea del todopoderoso viceministro de Economía, Axel Kicillof. Y es una buena idea si se trata de monopolios naturales, como la distribución de energía eléctrica. No es posible económicamente, por ahora, poner a dos empresas para que el cliente domiciliario elija a quién le compra según la tarifa que le ofrecen.Pero en los mercados competitivos, ¿por qué garantizar a los empresarios una ganancia? Sin discutir qué quiere decir "razonable", que es un concepto absolutamente relativo. ¿Por qué garantizar una ganancia? Y más aún. ¿Por qué obtener una ganancia o no depende de la decisión de un funcionario? Si las cosas funcionaran bien así, la Unión Soviética sería hoy el país más poderoso de la Tierra. Y China habría tenido que volver a la economía planificada, después de un experimento capitalista.El argumento de los que piensan como Kicillof es que no se pueden dejar las cosas libradas al mercado, que tiene que intervenir el Estado. No han entendido que sin Estado no hay mercado. Pero las regulaciones deben asegurar la competencia, no decirles a los actores todo lo que deben hacer y cómo deben hacerlo. Si así fuera, no habría innovación. ¿Para qué? Si el Estado garantiza ganancias "razonables" aún cuando se siga haciendo lo mismo indefinidamente.No hay que salir del país para encontrar ejemplos. Con esquemas como el de Kicillof, el Ford Falcon, que apareció en los Estados Unidos en 1960, duró aquí hasta 1992. Un poco menos longevo fue el Peugeot 504, que se fabricó y vendió hasta 1999, cuando había llegado al público por primera vez en 1968 y en Francia se dejó de producir en 1983.En el fútbol no hay juego si no hay reglas y un árbitro que las aplique y haga cumplir. Pero el árbitro no les dice a los jugadores cómo jugar, ni cuánto deben ganar o si deben empatar o perder. Al menos en las ligas donde no hay "bombeadas", en los términos que utiliza la presidenta Cristina Kirchner. El árbitro, el Estado, en la economía debe garantizar también que no haya acuerdos para no competir. El básquet es un buen ejemplo. No se puede tener la pelota indefinidamente sin tirar al aro. En el handball se sanciona el "juego pasivo".Esas reglas son en beneficio del espectáculo, es decir, del público, de los consumidores. ¿Qué se asegura o se intenta asegurar? Que compitan y que el espectáculo sea lo mejor posible.Kicillof quiere también defender al público...

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