Karol Sevilla: la actriz de Soy Luna escribe el libro de su propia historia

"Órale", dice Karol Sevilla, y el efecto es doble. Por un lado, está claro que la simpática chica sentada del otro lado de la mesa es mexicana hasta la coronilla y que mantiene todos los modismos de su ciudad natal, aunque viva en la Argentina desde hace dos años. Por el otro, en pocos minutos resulta evidente que Karol no es Luna, el personaje que interpreta en la serie Soy Luna, el más reciente fenómeno global del Disney Channel. Claro que para entender las diferencias entre actriz y personaje desde ahora no hará falta encontrarse en vivo y en directo con Sevilla, sino que, gracias al libro Soy Karol Sevilla, que acaba de presentar la editorial Planeta, sus fanáticos y seguidores podrán leer qué las separa y cuánto es lo que ambas tienen en común. El libro cuenta la historia de la joven actriz nacida en la Ciudad de México en 1999 desde sus comienzos como intérprete infantil hasta su presente como la protagonista del exitoso ciclo de Disney. Repleta de anécdotas y fotografías, la publicación refleja la vivacidad de Sevilla, que desde el vamos anticipa que le encanta hablar y contar sus cosas, y se nota.

"Siempre fui muy extrovertida. En la casa me paraba delante de mi familia y les cantaba. De repente lloraba frente al espejo. Imagínate. En México, obviamente, las actuaciones son más dramáticas, entonces yo me ponía en el espejo a practicar. Nunca pensé en eso como una vocación. Pero en el momento en que conocí la cámara, ahí sí me dije: «Ah, mira qué bueno esto. Está padre»", recuerda la actriz. Ese encuentro con la cámara llegó a los seis años, cuando empezó a estudiar en el Centro de Educación Artística de Televisa (CEA), un lugar en el que, asegura, todas las clases eran sus favoritas. Pero una lo era más que las demás.

"Mi clase favorita era la de telenovela. El nombre ya te entusiasmaba. Era la primera vez que me metía en un set con cámaras y todo. Te explicaban tu texto y por el chicharito [en Argentina se conoce este audífono como cucaracha] te iban dando la letra. Me tocó un personaje de una niña no vidente. Era difícil. Pasó primero otra nena y la cortaban, iba la otra y lo mismo. El maestro siempre cortaba en la misma parte a todas y yo fui la última. Pensé que me pasaría lo mismo, pero no. Seguía la escena. Yo pensaba: «O no me está viendo o no me está poniendo atención. ¿Qué está pasando?». Cuando cortó la escena, vino el maestro y me felicitó. En ese momento no conecté que eso era tan bueno. Le agradecí, pero si me pasara...

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