Por una Justicia que merezca ese nombre

Raro, el juez Ramos Padilla. Acompañó con su adhesión el latrocinio consumado por el gobierno kirchnerista y ahora se revela como un sabueso que no para de encontrar pruebas que incriminarían al fiscal Stornelli. Y no solo eso: todavía le quedan energías como para cantarlas a los cuatro vientos. Raro, cómo el juez pasó de la inacción a la actividad más frenética. Ese contraste solo puede explicarse con una palabra: militancia. Al menos hay que reconocerle la coherencia. Hubiera sido ingenuo esperar otra cosa de un integrante de Justicia Legítima, una agrupación judicial nacida al calor de los sueños hegemónicos de Cristina Kirchner, que incluían la extinción, entre otras cosas, de la Justicia. La expresidenta no logró su objetivo, pero la tropa de magistrados y fiscales que se sumó incondicionalmente a sus huestes hizo mucho, y lo sigue haciendo, para liquidar un bien escaso e imprescindible, sobre todo si hablamos de jueces: la imparcialidad.Como sea, lo están haciendo otra vez. Tratan de tapar con la mano la luz del sol. La mano no alcanza para apagar semejante fuego, claro, pero con el dedo se puede señalar hacia otro lado para distraer las miradas. Distraídos siempre sobran y en eso están, a falta de un recurso mejor. Y se esfuerzan. Lo primero es el trabajo en equipo. De los de adentro y los de afuera, en perfecta coordinación. Si el juez declara en rebeldía a Stornelli, allá van los diputados kirchneristas a reclamar el desafuero del fiscal. De nuevo, nada que sorprenda, porque lo que está en juego es mucho, empezando por la libertad de la expresidenta y sus hijos. Lo que por momentos sorprende es que lo están haciendo con alguna ayuda -en algunos casos torpe, en otros cínica- de las instituciones. Los kirchneristas saben aprovecharse de ellas, así como de cuanto micrófono se les ofrece para aportar a la confusión. Nada nuevo.En la confusión todo se mezcla, la capacidad de discriminar y la perspectiva se esfuman, y es allí donde la impunidad tiene mayores posibilidades de prevalecer. En este affaire que puso a rodar el falso abogado D'Alessio, hay que decirlo, todo es confusión. Si hubiera que atenerse a la declaración que prestó en el juzgado de Ramos Padilla, uno estaría tentado a no creerle ni el nombre. En ella, el oscuro y supuesto extorsionado Etchebest pasa sin solución de continuidad a ser parte de un complot o una trampa que tendría por víctima al declarante, o acaso también al fiscal de la...

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