Juntadas adolescentes, el asalto en tiempos de Instagram

La primera foto que subió su hija de 15 a Instagram ni bien llegó a la "juntada" la muestra haciendo caras frente al espejo del baño con la dueña de casa. La segunda imagen incluye más amigas y amigos, y de fondo el living; en la tercera, más poblada, se ve a alguien medio fuera de foco fumando, y entonces Santiago frunce el ceño, duda en mandarle un WhatsApp y se frena: confía en haber sido claro al respecto.

Versión 2.0 de los antiguos asaltos, las juntadas en casas de amigos ofrecen a los padres de adolescentes más de un buen motivo para fomentarlas: los chicos no sólo se divierten en un entorno seguro, con la presencia de algún adulto (generalmente recluido en su habitación) sino que la costumbre de subir a redes sociales fotos del encuentro en tiempo real permite seguir a distancia el desarrollo de la juntada. "Me deja más tranquilo que, en vez de estar en la calle o en un boliche, los chicos se reúnan en una casa", asegura Santiago Ravas, de 44 años, papá de Juliana.

"Prefiero que se junten en casa o en la de alguno de sus amigos de confianza, en lugar de que esté en otro lugar", coincide Laura Bernardez, de 35 años, mamá de Sofía, de 15, que aclara que aprueba las juntadas siempre con la certeza de que estén acompañados por algún adulto que supervise. Si no, agrega, no va. Sonia Febres, mamá de Victoria, que cursa cuarto año en el colegio Lasalle de Florida, coincide en la importancia de que haya un adulto en la casa: "Me ha tocado llevarla a una juntada, tocar el timbre esperando que me atienda un papá o una mamá, y que me digan que salieron. Esa vez me la lleve a Victoria de vuelta a casa".

"En general, los chicos son tranquilos en las juntadas, pero están en una edad complicada en donde pretenden ser o parecer más grandes de lo que son. Y el tema del alcohol ya empezó a estar en el grupo -retoma Laura, vecina de Almagro-. Tuvimos un episodio en casa una de las veces que se juntaron. Un grupo trajo escondido alcohol en sus mochilas. Por suerte estábamos atentos y frenamos la situación cuando nos dimos cuenta. Les hablamos explicándoles que no eran piolas por tomar a escondidas, que es malo para ellos y que habían traicionado la confianza que les dimos al cederles un espacio para que se junten. Lejos de molestarse nos acercó más a ellos".

El consumo de alcohol y de drogas ilegales -junto con la violencia y el descontrol asociados- es uno de los principales temores que desalientan a los padres a autorizar más de una salida nocturna...

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