Un juicio político a la bartola

Cristina y el Presidente, contra la Corte

Empecinada en arruinarles cualquier alegría a los argentinos (campeonato mundial de fútbol, fiestas de fin de año y ahora las vacaciones del estío), la dupla Cristina Kirchner-Alberto Fernández demostró que la profunda polarización de la sociedad argentina no es obra de la política y ni siquiera de la ideología. Es una fractura entre el sistema y el antisistema, entre la democracia y el autoritarismo . Ese dueto político se parece más a Jair Bolsonaro que a Lula , a pesar de los esfuerzos que hacen por compararse con este último. Solo tres presidentes en los últimos años se negaron a entregarles los símbolos del poder presidencial a su sucesor democráticamente elegido: Cristina Kirchner, Donald Trump y Bolsonaro . Es la prueba incontrastable de dónde se ubican en un mundo en el que la polarización ocurre en países con fuertes liderazgos antisistema. No es una opinión solo local. La prestigiosa organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch acaba de señalar en un lapidario informe que en la Argentina se " socava el Estado de Derecho " y " existen problemas de derechos humanos ". Cuando las cuestiones son esas, el intento de algunos de abrir un camino entre los extremos es vano, definitivamente inútil. La avenida del medio termina en ninguna parte. No se trata de acercar posiciones políticas; se trata de aceptar -o no- la destrucción del sistema político consagrado por la Constitución.

Si ningún político resiste un archivo, el caso de Alberto Fernández es peor: no le importa el archivo . Desde que Néstor Kirchner designó una Corte Suprema hasta que hizo campaña presidencial nominado por la candidata a vicepresidenta, el actual jefe del Estado siempre defendió al máximo tribunal, ya sea en la composición anterior o en la actual. " Son jueces probos y serios ", repetía en sus recurrentes paseos por los canales de noticias. Pero ahora acaba de convocar a sesiones extraordinarias para iniciarle un juicio político a la Corte Suprema. El proyecto de juicio político presentado por algunos diputados kirchneristas, encabezados por el infaltable Eduardo Valdés, es un mamarracho político y jurídico . Alberto Fernández construyó un método psicológico propio: borra de su memoria lo que hizo el día anterior. De esa manera, huye de la vergüenza que cualquier mortal sentiría durante mucho tiempo ante memorables papelones.

Desesperados, los genuflexos que rodean a Cristina Kirchner sobreactúan sus...

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