'Jugar en River no depende sólo de mi'

Tiene el sueño de un juvenil, pero al hablar se evidencia la madurez de sus 35 años. Los ojos reflejan el brillo de quien se prepara, con esa edad, para encarar una nueva y exigente aventura, cuando la mayoría, a esa altura del recorrido, prefiere descansar, no poner en riesgo la jerarquía ni la gloria del pasado. No lanza frases de compromiso, tampoco quiere seducir con palabras grandilocuentes a los hinchas, que se esperanzan, desde hace un tiempo, con su regreso. Mide el contenido del mensaje, no está en sus planes provocar expectativas que la pretemporada puede derribar. De remera negra y sin mangas, con el escudo de River junto al corazón, Pablo Aimar se descubre en el complejo Solanas, de Punta del Este, al igual que lo hizo hace 19 temporadas, cuando en Tandil, Ramón Díaz lo llevó para que participara de su primera experiencia. "Cuando me puse la ropa de entrenamiento sentí alegría. Hacía tiempo que quería hacerlo. La palabra que me hace volver es ilusión, pero jugar en River no depende sólo de mí", sentencia el riocuartense en el bucólico paisaje del exclusivo lugar donde los millonarios desarrollarán las tareas físicas, con miras a un calendario ajustado.

La vuelta del Payaso al ruedo será una evaluación conjunta que realizarán el jugador y el técnico Marcelo Gallardo, el hombre que terminó de seducirlo con la propuesta, después que el presidente D'Onofrio y el secretario técnico Francescoli iniciaran las gestiones para el regreso. Una doble operación, por un sobrehueso en el talón del pie fue la lesión que lo fue corriendo de la escena, también la que determinó que aquella experiencia en Johor FC, de Malasia, finalizara de manera abrupta. "Quiero ayudar, quiero jugar al fútbol disfrutándolo. Estoy mejor que hace un año y medio, estoy mejor que hace medio año, cuando decidí no quedarme. Estoy en la última etapa de la recuperación, agradezco que me la dejaran hacer acá adentro. Soy el primer que sabe cuándo estoy bien y cuándo no. Ahora veo que tengo posibilidades de ponerme bien. Pero yo tengo una autoexigencia y no quiero usar al club como enfermería. Siempre hay que arriesgar: si sale bien, hice todo para estar. No pienso en otra cosa que en jugar, pero no me gusta jugar a media máquina, no quiero que me de lo mismo. Nunca tomé al fútbol como un trabajo. Esto es un juego. Un futbolista no puede ir a la cancha como a una oficina a cumplir un horario. Cuando sos pibe no pensás mucho, ya de grande lo evaluás mejor", comenta Aimar...

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