Jugaba a la PlayStation cuando lo detuvieron por un parricidio

Abrió la puerta para dejar pasar a la policía. El hedor en toda la casa era insoportable; el lugar, regado de bolsas y de deposiciones caninas, era un asco. Muy rápido, los uniformados buscaron y encontraron, mientras el chico que los había atendido encerraba al pitbull en un cuarto. Primero, en la cocina-comedor, bajo una frazada, el cuerpo de una mujer. El adolescente, de 16 años, como si nada pasara, sólo les dijo "afuera...", y se fue para su habitación, donde tenía el TV y la PlayStation encendidos y, en una mesa, restos de una pizza comprada en algún lugar. Atrás, en el patio, estaba el otro cadáver, tapado...

El chico dijo que el de "afuera", su padrastro, había matado a su madre y se había suicidado. Esa versión se desbarató al cabo de un par de preguntas. Salió de esa casa de Berazategui, donde convivió cuatro días con los cadáveres, acusado de homicidio agravado por el vínculo. En ese escenario de horror había un arsenal; la policía cree que con una de esas armas el adolescente baleó a sus mayores y siguió como si nada.

La policía cree que los crímenes se cometieron entre el viernes y el sábado. Los vecinos escucharon tiros y gritos la noche del viernes; una de las voces era del chico.

La policía había llegado al lugar alertada por Miriam Larrosa, madre de Gastón Pineda, de 32 años, que era pareja de Romina Paladino, de 34, la madre del chico, con quien vivía en la casa de Saavedra al 4100, entre 141 y 142. La mujer había acudido a la comisaría 1» de Berazategui preocupada porque hacía días que no sabía nada de su hijo, que vivía en San Martín, pero solía quedarse en la casa de su novia los fines de semana.

Anteanoche, los agentes tocaron a la puerta. El chico los dejó pasar. Un vecino, Marcelo, que entró como testigo del procedimiento, dijo a la prensa que el adolescente, primero, encerró al pitbull para que no los atacara. El olor adentro era espantoso, dijo. A poco de comenzar a recorrer la vivienda, donde había gran cantidad de residuos y estiércol del animal, y casi conteniendo la respiración, el testigo y la policía se toparon en la cocina-comedor...

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