En el juego de las lágrimas

En el lejano 1974, al pensador y sociólogo británico Raymond Williams ya le llamaba la atención el hecho de que una cantidad sorprendentemente amplia del contenido televisivo, tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, se apoyara en versiones programadas de juegos y pasatiempos."En muchos casos, el cambio ha consistido casi por completo en presentar públicamente lo que antes era una actividad familiar o practicada por un grupo privado", decía Williams en su ensayo clásico Televisión, tecnología y forma cultural , cuya asombrosa vigencia queda ratificada por la reedición local que acaba de hacer Paidós.A partir de las observaciones de Williams, se fue configurando virtualmente con el tiempo una línea de estudios cuya argumentación fundamental consistía en el carácter escasamente relevante de los juegos televisivos en términos de construcción, elaboración y planificación. "Pocos formatos televisivos alcanzaron un estatus cultural tan bajo como el de los juegos", sostuvo una década y media después Garry Whannel, otro reconocido especialista británico.Si Whannel, que en los últimos años se consagró casi exclusivamente al análisis del deporte en los medios, volviera a prestarles atención a los programas de juegos, seguramente ratificaría a primera vista aquella afirmación y reforzaría lo que dijo en los años 80. A su juicio, este tipo de programación no hace más que acelerar la "lógica de la comodidad". Un golpe de fortuna o un movimiento azaroso puede brindarle a un anónimo competidor una vivienda nueva, un auto último modelo y hasta el dinero para vivir sin trabajar. Todo, frente a las cámaras.Entre nosotros, desde los años 70, la televisión local empezó a explorar junto con fervorosos grupos de estudiantes secundarios una variante de esa "lógica de la comodidad". En este caso, la tele se ocupaba de cubrir todos los gastos del ansiado viaje de egresados a Bariloche. El compromiso de la otra parte consistía en sortear una serie de competencias ("prendas") en las que se ponía a prueba algún tipo de conocimientos o incipientes talentos artísticos, siempre rodeados de un clima ligero y de jolgorio. Para competir en Feliz domingo , algo había que saber.¿Qué tendrán para demostrar, en cambio, los...

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