Los jueces los liberan y ellos vuelven a matar

Se están repitiendo con alarmante frecuencia, y de manera creciente, aquellos casos en que los jueces sueltan de la prisión a criminales que, no bien se ven libres, vuelven a atacar y hasta a matar a víctimas inocentes. Podrían atribuirse estas aberraciones judiciales a diversas causas, entre ellas que los tribunales no dan abasto para procesar el aluvión de casos que los abruman, que los códigos de procedimientos son anticuados o, incluso, que el Estado no ha construido un número suficiente de cárceles. Todas estas causas, que existen, son en todo caso incidentales porque, por encima de la lenidad de la Justicia con los delincuentes peligrosos y reincidentes, que escandaliza a sus víctimas actuales o potenciales, sobrevuela una ideología que, habiéndose hecho carne en numerosos juzgados, recibe el nombre de abolicionismo .Suele hablarse del debate entre dos escuelas del derecho penal: la "mano dura" y el "garantismo". Mientras los partidarios de la "mano dura" querrían asegurarse de que no queden delitos, sobre todo los graves, sin castigo, los "garantistas" hacen valer el principio de que todo sospechoso es considerado inocente hasta que se pruebe lo contrario y que debe gozar por ello de un pleno derecho de defensa. Digamos de entrada que este debate es legítimo. Es más: a veces los partidarios de la mano dura se han excedido en su celo por perseguir a los sospechosos, como en aquella ocasión en que el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf habló de "meterles bala" a los delincuentes, por la sencilla razón de que nuestra Constitución es ella misma garantista, ya que obedece al espíritu liberal según el cual es preferible que un culpable salga libre a que un inocente quede preso.Pese a que a veces la indignación colectiva por la difusión del delito puede llegar a albergar excesos próximos al linchamiento, la tradición liberal debería defenderse empeñosamente sobre todo en momentos como el actual, cuando la ofensiva autoritaria avanza en más de un área. Pero una cosa es el debate entre liberales y antiliberales frente al delito y otra muy distinta es la difusión de una tercera doctrina jurídica como el abolicionismo, que ha introducido una ideología radicalizada en las cuestiones penales. Es que la ideología abolicionista ya no es liberal ni antiliberal, aproximándose, en cambio, al anarquismo.De Foucault a ZaffaroniLa doctrina abolicionista cuestiona radicalmente a la tradición clásica del derecho penal, cuyo máximo exponente fue el marqués de...

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