Juan preso, un encierro que no sirve

Juan tiene 17 años y, a causa de un delito grave, se lo privó de su libertad en dos institutos. Antes de esto, no había tenido contacto con el sistema penal. Actualmente permanece detenido y su causa aún se encuentra en trámite.

Según relató, dentro de uno de los institutos le hicieron el documento y al verse en la foto no se reconoció, se vio "malo" y se dio cuenta "de que tenía que cambiar". Hoy su sueño es convertirse en juez de la Corte Suprema para "no encerrar a los pibes por causas de nada".

"Cuando ingresé al centro estaba muerto de miedo, era un mundo que no tenía nada que ver con mi vida. Estás solo, sin convivir con nadie. Después de unos días me llevaron a un pabellón convivencial donde ahí ya había otros pibes. Lo que vi ahí para mí era un Devoto de menores", sostuvo Juan.

"Cuando entré, los empleados de seguridad se manejaban de una manera distinta a los nuevos que hay ahora. Por ejemplo, antes yo vi a varios pibes que se quisieron matar. Si un guardia de los viejos agarraba a alguno intentando cortarse o ahorcarse le daba una paliza. Los nuevos quizá te agarran, te hablan y te tranquilizan. Otras veces, si había algún problema, un bardo entre algunos pibes, los guardias dejaban que se agarraran a piñas, que se sacaran la bronca entre ellos. Sentía que me estaba muriendo, vi cosas que no te sacás más de la cabeza".

Sobre los efectos de estar encerrado, dijo que "hay chicos que están tanto tiempo encerrados que la reja es su familia, que cuando salen se sienten raros". Y agregó: "Acá adentro te morís de angustia, por eso muchos pibes están mediqueta [muchos internos piden medicación psiquiátrica para dormir, por la ansiedad o...

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